En el universo de las series de Netflix, raras veces se encuentra una producción que encapsule a la perfección la fascinación y el horror que despierta el género de los crímenes reales como lo hace «La Serpiente». Ambientada en los años 70 en el sudeste asiático, esta miniserie de 2021 despliega con maestría el aterrador relato de Charles Sobhraj, un comerciante de gemas francés cuyos crímenes conmocionaron al mundo.
Tahar Rahim, cuya interpretación de Sobhraj le valió una nominación al Globo de Oro, logra encarnar la esencia de este carismático y manipulador asesino, quien junto a su novia Marie-Andrée Leclerc, interpretada por Jenna Coleman, dejó una estela de muerte y misterio a su paso por Tailandia, Nepal, e India. La pareja principal, convertida en los principales sospechosos de los asesinatos de jóvenes occidentales, induce al espectador en una trama envolvente que disipa cualquier línea clara entre el bien y el mal.
La serie se despliega a lo largo de ocho episodios únicos que, más allá de contar estos macabros hechos, profundizan en la complejidad emocional de Leclerc, oscilando entre su amor por Sobhraj y su participación en los crímenes. Esta perspectiva aporta una riqueza al guion que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y las decisiones morales a las que se enfrentan los personajes.
Cuando Herman Knippenberg, un diplomático de la embajada holandesa en Bangkok interpretado por Billy Howle, topa por casualidad con esta red de crímenes, se desata una minuciosa investigación que catapultará a Sobhraj al estatus del hombre más buscado por la Interpol. Este giro de los acontecimientos asegura mantener al espectador en vilo, siguiendo cada pista y cada movimiento en el intento incansable de hacer justicia.
La serie no solo sobresale por su narrativa intrigante y personajes complejos, sino también por su capacidad de retratar fielmente el sudeste asiático de la época, capturando la belleza del entorno al mismo tiempo que subraya una sensación de libertad desenfrenada que prevalecía en aquella época. La dirección de Hans Herbots y Tom Shankland, que evita caer en el morbo para enfocarse en la atmósfera de inminente peligro y el juego del gato y el ratón entre el asesino y la ley, es clave para mantener a la audiencia enganchada sin necesidad de recurrir a la violencia gráfica explícita.
«La Serpiente» no solo es un título imprescindible para los aficionados al true crime sino que constituye un estudio minucioso sobre la oscuridad que puede habitar en el ser humano, al tiempo que ofrece un fascinante vistazo a un período y lugar específicos del mundo real. A medida que el caso de Daniel Sancho se sigue desarrollando en los medios, resulta inevitable trazar paralelismos entre ambas historias, poniendo de manifiesto cómo ciertos patrones de comportamiento trascienden el tiempo y el espacio, fascinando y aterrando a la sociedad en igual medida.