En una medida sin precedentes, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha confirmado el despido de varios fiscales de carrera que jugaron papeles clave en las investigaciones contra el presidente Donald Trump. Este movimiento sigue a la exoneración de todos los cargos contra Trump relacionados con la gestión de documentos clasificados y su presunta implicación en el asalto al Capitolio, tras su reciente victoria electoral en noviembre de 2024.
Un portavoz del Departamento, en declaraciones proporcionadas a NBC, mencionó que el fiscal general interino, James McHenry, tomó la decisión de despedir a los abogados involucrados en el encausamiento de Trump, citando una falta de confianza en su capacidad para implementar las órdenes presidenciales de manera efectiva. «Esta acción tiene que ver con la misión de poner fin a la instrumentalización del Gobierno», agregó el portavoz.
Entre los despedidos se encuentran los fiscales Molly Gaston, J.P. Cooney, Anne McNamara y Mary Dohrmann, nombrados por fuentes familiarizadas con la situación. Estos fiscales, siendo funcionarios federales de carrera, están protegidos por ciertas normativas que prohíben su despido directo sin un debido proceso legal, lo que implica que deben ser notificados y tener la oportunidad de defenderse mediante asesoramiento legal.
Este hecho ha provocado una ola de reacciones, destacando la del exfiscal Joyce Vance, quien condenó los despidos como «sencillamente inaceptables», argumentando que van en contra de los principios básicos del Estado de derecho y la democracia. Vance, cuya voz se sumó a un coro de críticas, ve en estos despidos un peligroso precedente y un posible ataque a la independencia del poder judicial.
El contexto de estos despidos se relaciona directamente con el clima político generado tras el regreso de Trump al poder y plantea serias preguntas sobre la independencia de las instituciones judiciales y su capacidad para actuar sin interferencia política. La decisión de despedir a estos fiscales, tan estrechamente vinculados a investigaciones contra Trump, envía una señal contundente sobre el cambio de dirección bajo la nueva administración.
Este movimiento también coincide con el recibimiento que Europa ha dado a Trump, una semana que según reportes incluyó terapias de grupo y muestras de soporte, sugiriendo un esfuerzo por reajustar las relaciones internacionales.
Mientras tanto, el proceso de despido de los fiscales enfatiza no solo la tensión dentro del Departamento de Justicia sino también los desafíos que enfrentan las normas democráticas ante un entorno político cada vez más polarizado. Con acciones como esta, el debate sobre la integridad de las instituciones judiciales y su independencia frente a presiones políticas parece estar más vigente que nunca.