En un relato estremecedor de supervivencia y terror, Irit Lahav narró cómo salvó su vida y la de su hija el 7 de octubre de 2023, día que marcó uno de los ataques más devastadores de Hamás contra Israel. Ocurrido en el kibutz de Nir Oz, cercano a la frontera con la Franja de Gaza, este ataque es recordado como uno de los episodios más oscuros en la historia reciente de Oriente Medio, con un saldo trágico de 1.200 personas asesinadas solo en esta comunidad, dejando además a 177 entre muertos y secuestrados.
Este kibutz, otrora lleno de vida, hoy es una sombra de lo que fue. Las viviendas incendiadas, ventanas atravesadas por balas y calles vacías reflejan el dolor y la desesperación que aún perduran un año después del ataque. Esta comunidad, fuertemente impactada, se ha convertido en un símbolo del sufrimiento y la complicada naturaleza del conflicto israelí-palestino.
Más allá de Nir Oz, la región sigue sumida en una espiral de violencia, miedo y venganza. El llamado «Sábado Negro» dejó un saldo desolador de más de 42,000 muertos, extendiendo el luto a Gaza y avivando la tensión en Líbano, con repercusiones que resuenan hasta hoy. La confrontación no solo ha escalado en términos militares, sino que ha profundizado el rencor y la división entre las comunidades, llevando a muchos, como Lahav, a cuestionar si alguna vez será posible una resolución pacífica del conflicto.
Tras el ataque, el panorama político y social en Israel ha sufrido un cambio radical. La fe en la posibilidad de una negociación con Palestina se ha desvanecido para muchos, incluida Lahav, quien antes creía en la coexistencia pacífica y en la importancia del diálogo. Ahora, siente que los ataques no solo destruyeron su hogar, sino también su esperanza de paz.
Las críticas al gobierno de Benjamin Netanyahu y su administración se han intensificado, especialmente en cuanto a la seguridad nacional y la gestión de las negociaciones para el retorno de los rehenes. La percepción de abandono por parte del Estado ha calado hondo en la población, exacerbando la sensación de inseguridad y desconfianza hacia el futuro.
Nir Oz, pese a su devastación, está en el corazón del debate sobre la reconstrucción y el retorno de sus antiguos habitantes. Sin embargo, con la mayoría de las viviendas reducidas a escombros y un profundo trauma colectivo, el camino hacia la recuperación se antoja largo y doloroso. Algunos abogan por mantener vivo el recuerdo del «Sábado Negro» como un recordatorio sombrío, mientras que otros ansían dejar atrás el pasado y reconstruir.
A pesar de la tragedia, Lahav busca darle sentido a su supervivencia. Consciente de que su vida es un lujo tras el ataque, aspira a utilizar su experiencia para fomentar una mayor comprensión y empatía, con la esperanza de que la condena de la violencia y el secuestro se convierta en un llamado universal a la acción.
El conflicto entre Israel y Palestina, marcado por décadas de violencia, se encuentra en uno de sus puntos más bajos tras el ataque del 7 de octubre. Mientras la región sigue buscando un camino hacia la paz, las historias de quienes han vivido el horror de primera mano sirven como un recordatorio crudo de las vidas alteradas para siempre y del arduo trabajo por delante para curar las profundas heridas que este conflicto ha infligido.