Valle Salvaje continúa tejiendo su compleja urdimbre repleta de pasiones frustradas, traiciones calculadas y amores que luchan contra toda clase de adversidades. El capítulo 195 se presenta, por lo tanto, como un nuevo punto de inflexión, ya que los propios personajes tendrán que tomar decisiones que marcarán su destino. Mientras que Adriana y Rafael logran respirar durante un breve periodo de tiempo con la felicidad ajena, Úrsula se niega a permitir que su futuro se desmorone sin capacidad ninguna de reacción.

EL TRIUNFO DEL AMOR EN VALLE SALVAJE

Fuente: RTVE

Habiendo pasado años con silencios y miradas furtivas en Valle Salvaje, la felicidad, por fin, llega para Mercedes y para Bernardo. La boda no es solo una celebración, sino una gran alegoría de la lucha en contra de la inercia de un entorno que siempre les había intentado negar el derecho a ser felices.

Adriana y Rafael, que son testigos de todo ello, no pueden evitar verse reflejados en esa batalla. Hay una profunda emoción en ver cómo dos personas, tras soportar tanto, acaban unidas frente a un entorno que les había dado la espalda. La celebración se hace en un escondido rincón de la finca, lejos de las miradas ajenas, de una forma íntima y desgarrada. Bernardo, con lágrimas en los ojos, promete defender a Mercedes «hasta de los demonios que aún campan», en un guiño hacia los obstáculos que aún existen.

Adriana, entre risas y llanto, es la primera en abrazarlos, mientras Rafael los contempla con el aire de la esperanza y la nostalgia. Parece que, durante un instante, el valle entero respira contenido ante tanta pureza. Pero este aliento de romanticismo no dura demasiado. Mientras los novios intercambian sus votos, José Luis y Victoria mascullan su rabia en un rincón, frustrados porque su estrategia para arruinar la ceremonia ha fallado. El duque no oculta su decepción hacia Victoria, a quien culpa de haberlo involucrado en un plan que ha fracasado.

«No hay nada más humillante que prepararse para una batalla y enterarse de que el enemigo ni siquiera se presentó», le espeta, dejando bien claro que su alianza podría estar en entredicho. Sin embargo, el daño de esta boda no radica ni en las rencillas que provoca, sino en la manera en que reaviva los lazos entre Adriana y Rafael. Se olvidan por un instante de que él está comprometido con Úrsula; por un instante son simplemente dos análisis que se encuentran en la tormenta que están sufriendo.

Un gesto, una sonrisa, y todo se vuelve a complicar. Rafael, al tomarle la mano para danzar, le susurra: «Esto no puede ser todo», y Adriana, aunque lo sabe, prefiere vivir ese instante de ilusión. El problema es que en Valle Salvaje todos los segundos robados acaban por devolverse.

CELOS Y UNA ADVERTENCIA DE CAOS

CELOS Y UNA ADVERTENCIA DE CAOS
Fuente: RTVE

Úrsula no es la mujer que se siente cómoda con sombras en su camino, ni aun cuando esas sombras tienen nombre y apellidos — Adriana. La futura esposa de Rafael no se percata de la complicidad que se establece entre el novio y su rival y va perdiendo la paciencia, «No puedo permitir que me roben lo que es mío», expresa con un tono de frialdad que congela la sangre. Sus palabras no son una amenaza vacía, sino una promesa de guerra.

Lo más peligroso de Úrsula no es su cólera, sino su sagacidad. No le recrimina a Rafael, sino que busca a Adriana para explicarle que el juego ha terminado, «El compromiso es sagrado, y tú no tienes cabida en esta historia», le expresa con una sonrisa que no le llega a los ojos. El mensaje es claro: si Adriana sí juega el papel de traviesa, después tiene que estar preparada para sufrir las consecuencias de esta barbarie.

Pero lo que Úrsula ignora es que Adriana, lejos de sentirse asustada, guarda un as debajo de la uniforme, una carta de Rafael, escrita años atrás, la carta que le confiesa su amor. La pregunta es si será este el as que domine el juego. En el caso de Úrsula, ella no considera este aspecto: el amor no respeta órdenes ni límites. Cada vez que intenta separar a Rafael y Adriana, ellos dos se encuentran más unidos por un vínculo que no los contratos ni las promesas pueden romper.

La pregunta es hasta dónde puede llegar Úrsula para defender aquello que considera suyo. Rumores entre los criados afirman que ha empezado a mover hilos para desacreditar a Adriana. En un lugar donde la reputación lo es todo, un rumor bien enraizado puede ser más letal que un cuchillo.

UNA CONDICIÓN INESPERADA

UNA CONDICIÓN INESPERADA
Fuente: RTVE

Raimunda ha sido, desde los primeros compases, un torbellino de voluntad e insumisión. Por eso, cuando Don Ginés le afirma que vuelva a su casa, ella se niega: «No volveré como una perra obediente», dice, con ese orgulloso semitono empotrado en la testarudez que la caracteriza, que la han convertido en lo que es. Pero, tras una conversación con Matilde, Raimunda empieza a ceder.

La condición que pone Raimunda no es capricho sino exigencia vital. «Volveré como una mujer libre y no como una sirvienta, y sólo en este caso», dice. Es un ultimátum que retará todo el entramado del poder en Valle Salvaje, un lugar donde pocas son las personas que se atreven a cuestionar la trayectoria del mismo. Matilde, extrañada ante la respuesta de Raimunda, le pregunta, a lo que la protagonista responde: «¿Pero qué es lo que quieres?»; y ella se queda en silencio. Una cosa es cierta: no van a hacerla negociar por las migajas.

Pero el verdadero enigma es el secreto que ella esconde tras esa petición. Es solamente un gesto de rebelía, o bien hay algo más tras la negativa que hace a regresar. Existen rumores que indican que Raimunda guarda un secreto que puede descompensar la finca. Si es así, su desequilibrio es solo el inicio de una venganza muy antiga. Un criado asegura haberla visto hurgando en los papeles de Don Ginés y otros murmuran de un hijo perdido. En un lugar donde todos ocultan algo, la verdad de Raimunda puede ser la bomba que todos se temen.

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