Refugiarse en las Islas Verdes: ¿Es Nueva Zelanda el Faro de Esperanza Frente a las Turbulencias en Europa?

Una Europa que acaba de celebrar el 80º aniversario del Día D en las playas de Normandía, un evento que marcó la liberación de continente del yugo de la guerra, el nacionalismo y el fascismo, se encuentra hoy día navegando en aguas turbulentas reminiscentes de aquel entonces. Los celebrados ideales de unión y libertad parecen estar bajo amenaza una vez más, frente a los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo celebradas el 9 de junio de 2024.

A pesar de la tranquilizadora declaración de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de que «el centro se mantiene», la realidad es que la Unión Europea está más dirigida por los gobiernos nacionales que por el parlamento elegido por sufragio directo. El recién bautizado Día E ha presenciado un avance de la derecha dura en Estados miembros clave, que podría cambiar el rumbo de la política europea desde dentro, con posturas más rígidas sobre inmigración, oposición a las necesarias medidas ecológicas y menor apoyo a Ucrania, todo bajo la bandera de recuperar el control nacional de Bruselas.

Francia se presenta como el caso más dramático, donde la Agrupación Nacional de Marine Le Pen obtuvo más del 30% de los votos, superando al partido centrista de Emmanuel Macron. Este triunfo refleja un apoyo creciente no solo a Le Pen sino también a figuras aun más extremistas como Marion Maréchal, que proponen una “reconquista” de Europa frente a supuestos elementos extranjeros.

Aunque la situación en Alemania con el segundo lugar de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y en Italia con la victoria del Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni puede parecer menos alarmante, los buenos resultados obtenidos por estos partidos dejan entrever un cambio de tendencia, especialmente entre los votantes más jóvenes.

Estos resultados plantan una serie de desafíos para la Unión Europea, en especial en lo referido a la acción unida sobre la transición ecológica y el apoyo a Ucrania frente a la amenaza rusa. La creciente división dentro de la UE podría dificultar cualquier intento de presentar un frente unido frente a estos y otros desafíos globales.

Todo esto ocurre en un contexto donde las próximas elecciones presidenciales estadounidenses podrían ver la victoria de Donald Trump, un escenario que sin duda influiría sobremanera en la política europea y fortalecería la posición de los nacionalistas populistas dentro de la UE.

Pese a este panorama poco alentador, hay razones para mantener la esperanza. Aún existe una mayoría de europeos que anhelan preservar y fortalecer los ideales de la Unión. El desafío será movilizar esa mayoría, galvanizando un movimiento que pueda contrarrestar las amenazas existenciales que se ciernen sobre Europa. El tiempo dirá si Europa es capaz de despertar y enfrentar estos desafíos antes de que sea demasiado tarde.

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