El 2 de diciembre de 1823, el entonces presidente James Monroe dejó una marca indeleble en la historia de Estados Unidos al declarar una verdad fundamental: la nación defendería sin vacilar su hogar, sus intereses y el bienestar de sus ciudadanos. Hoy, esta promesa resuena nuevamente mientras la administración actual reitera con firmeza un nuevo corolario al mismo principio, subrayando que son los estadounidenses, y no potencias extranjeras o instituciones globales, quienes siempre deben controlar su propio destino en este hemisferio.
El legado de la Doctrina Monroe, proclamada ante el Congreso hace más de dos siglos, se mantiene vigente. Su esencia radica en el rechazo a la interferencia extranjera de naciones distantes y en la afirmación del liderazgo estadounidense en las Américas. Con un poderoso mensaje en aquel entonces, Monroe dejó claro que “los continentes americanos, por la condición libre e independiente que han asumido y mantienen, no deben considerarse más como sujetos a futuras colonizaciones por parte de potencias europeas”. Así, el mundo tuvo su primera visión de una superpotencia en ascenso y comprendió que la unidad y la determinación de un pueblo amante de la libertad son fuerzas imbatibles.
A lo largo de los años, la Doctrina Monroe ha jugado un papel crucial en la defensa del continente americano contra ideologías como el comunismo y el fascismo, así como frente a las injerencias externas. Hoy, en mi calidad de 47º presidente de los Estados Unidos, reafirmo con orgullo esta política que ha resistido la prueba del tiempo. Desde mi llegada al cargo, he implementado una sólida política de “América primero”, buscando la paz a través de la fortaleza. Hemos restablecido el acceso privilegiado de Estados Unidos al Canal de Panamá y estamos reafirmando nuestra dominancia marítima, además de abordar las prácticas no comerciales en las cadenas de suministro internacionales.
Mi administración está también comprometida en frenar el flujo de drogas mortales que atraviesan México, así como en poner fin a la invasión de inmigrantes ilegales que desafían nuestra frontera sur. Además, hemos desmantelado redes de narcoterrorismo que operan en toda la región. Para proteger a nuestros trabajadores e industrias, he asegurado acuerdos comerciales históricos con países como El Salvador, Argentina, Ecuador y Guatemala, promoviendo un acceso al mercado más ágil. Reforzada por este nuevo corolario, la Doctrina Monroe permanece activa, y el liderazgo estadounidense está resurgiendo con más fuerza que nunca.
Hoy renovamos nuestro compromiso de siempre priorizar la soberanía, la seguridad y la protección de la nación. Valiéndonos de esta herencia nacional, reafirmamos nuestra firme voluntad de salvaguardar nuestro legado de gobierno republicano, listo para enfrentar todas las amenazas, tanto extranjeras como internas. La historia continúa, y Estados Unidos se mantiene firme en su camino, como lo ha hecho desde sus inicios.
Fuente: WhiteHouse.gov

















