Este jueves se conmemora el vigésimo aniversario del asesinato del periodista conquense durante el golpe de Estado en Haití. Su colega y periodista Olga Viza le ha rendido homenaje recordándolo como la figura más disruptiva de la redacción, admirando su valentía y su habilidad para anticiparse con ideas innovadoras.
En declaraciones a Europa Press, Viza expresó gratitud por haber trabajado junto a él, rememorando con nostalgia el inicio televisivo de Ortega, el cual compartieron. Le describe como una persona «buena, muy inteligente» y con una «ironía única», añadiendo que su recuerdo está siempre presente. Según ella, aún existen periodistas con la misma esencia pura, pero destaca que Ricardo era alguien que se arriesgó en numerosas ocasiones, enfrentándose con valentía a los poderes que fuesen.
La periodista recuerda cómo Ortega se desvinculó de su puesto en la corresponsalía de Nueva York para Antena 3 en el año 2004, a raíz de lo que describe como «injerencia política». A pesar de ello, Ortega se mostró reacio a abandonar Estados Unidos hasta no reportar el cambio presidencial en la Casa Blanca al término del segundo mandato de George W. Bush.
Viza asegura que, de estar vivo, Ricardo estaría cubriendo los conflictos actuales, posiblemente en Ucrania, «sacándole los colores a mucha gente». Recalca que, a pesar de las dos décadas transcurridas desde su muerte, la «llama» de Ricardo Ortega sigue viva, manteniéndose como un ejemplo constante en su profesión y como persona.
El asesinato del periodista aún plantea interrogantes, destacando la disparidad de criterios entre la justicia haitiana, que esclareció las circunstancias de su muerte, y la Audiencia Nacional española, que archivó el caso hace 14 años. «Lo inexplicable no se explica», afirma Viza, quien aún alberga la esperanza de que se reabra el caso por justicia hacia su colega.
Reflexionando sobre los inicios de Ricardo Ortega en el periodismo televisivo en 1993 desde Moscú, Viza recuerda cómo su estilo impactante y sus reportajes intrépidos en Chechenia lo definieron como un periodista comprometido a menudo «perseguido por los que no estaban de acuerdo con lo que él hacía». Su dura decisión de cubrir el golpe de Estado en Haití, donde finalmente una bala puso fin a su vida, refleja su inquebrantable dedicación para informar acerca de las realidades difíciles y a menudo peligrosas del mundo.