Las convenciones de las citas heterosexuales han mantenido durante mucho tiempo que los hombres dan el primer paso: son los primeros en coquetear, los primeros en pedir una cita, los primeros en pedir matrimonio.
¿Y si los papeles se invirtieran?
Eso es lo que ha intentado hacer la aplicación de citas Bumble.
Bumble se presenta como una aplicación de citas feminista diseñada para empoderar a las mujeres, al estilo de Adopta un tío en España. Según su web, la aplicación se ha desarrollado con el objetivo de “desafiar las anticuadas reglas de las citas”, haciendo que quienes se identifican como mujeres inicien la comunicación con los hombres con los que coinciden.
Con más de 100 millones de usuarios en 2020, Bumble es una de las aplicaciones de citas más populares del mercado. En las entrevistas que realicé a más de 100 personas sobre las citas on-line en mi estudio “Connecting Digitally”, más de la mitad declaró haber utilizado Bumble.
Pero mi investigación muestra que Bumble, a pesar de pretender empoderar a las mujeres, hace que muchas de ellas se sientan frustradas y vulnerables. Esta desconexión puede estar relacionada en parte con la forma en que muchos hombres utilizan las aplicaciones de citas.
Cuando un match no tiene sentido
Los intentos de Bumble de “nivelar el campo de juego y cambiar la dinámica de las citas” y empoderar a las usuarias para “relacionarse con confianza” tienen sentido en teoría, pero no en la práctica.
Las mujeres que participaron en mi estudio señalaron una serie de prácticas contraproducentes basadas en sus propias experiencias a la hora de deslizar a derecha o izquierda (para aceptar o rechazar un contacto) y durante las conversaciones con usuarios masculinos de Bumble.
Una mujer de 39 años que participó en mi estudio describió la frustración de dar el primer paso y no obtener ninguna respuesta: “Entonces, de repente, eres compatible, pero nunca dicen nada ni te responden… No sabes nada de ellos. ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué molestarse siquiera?”.
En lugar de evaluar los perfiles con detenimiento y decir “sí” a las mujeres que les interesan, los hombres suelen deslizar a la derecha basándose sólo en la foto del perfil.
Además, muchos hombres enfocan las citas on-line como un juego de números y practican lo que algunos llaman “power swiping” (“deslizamiento poderoso”) o “shotgun swiping” (“deslizamiento compulsivo”), diciendo “sí” a todo el mundo y viendo quién muestra interés y coincide con ellos. Muchos de ellos sólo leerán la información del perfil de la mujer después de que ella aparezca como compatible.
Por último, dado que algunos hombres sólo deslizan a la derecha para subirse el ego con los “me gusta”, simplemente borran la coincidencia en lugar de responder a la invitación de una mujer para hablar.
Las mujeres que participaron en mi estudio señalaron a menudo que un match estaba lejos de ser una garantía de interés mutuo. Por desgracia, debido a “la gamificación de las citas” –la forma en que las aplicaciones están diseñadas para ser atractivas y adictivas–, deslizar a la derecha sin sentido es un fenómeno común en todas las aplicaciones de citas, no sólo en Bumble.
Comunicación y poder
Desde hace décadas, los estudiosos del lenguaje investigan cómo las personas conectan –o no– durante la conversación.
Decimos que la persona que habla “tiene la palabra”, y puede ejercer el poder eligiendo el tema, hablando durante más tiempo y dirigiendo la conversación en determinadas direcciones.
Sin embargo, no todo el poder se mantiene teniendo la palabra. No retomar el tema de la conversación de un orador, ya sea cambiando de asunto o ignorando la pregunta por completo, es otra forma de ejercer el poder.
En otras palabras, cualquier conversación es cosa de dos. Como dicen los autores de un estudio sobre la comunicación por correo electrónico y los tiempos de respuesta, “no responder o no tomar la palabra crea una ruptura”. En las aplicaciones de citas, no responder a un mensaje inicial es similar a ignorar a alguien que te hace una pregunta en una conversación cara a cara.
En Bumble, las mujeres pueden tener el control a la hora de tomar la palabra y dirigir el tema inicial de la conversación a través de, como lo denomina Bumble, “los privilegios de dar el primer paso”. Sin embargo, cuando los hombres no responden o se desmarcan después de recibir ese mensaje inicial, las mujeres de mi estudio informaron de que se sentían menospreciadas, rechazadas y, en última instancia, sin poder.
En 2020, Bloomberg publicó un artículo en el que exploraba las tácticas de marketing y los mensajes de la marca Bumble. Aunque la empresa sostiene que exigir que las mujeres envíen un mensaje primero “reduce el acoso” y “crea un intercambio más amable entre dos personas”, el autor del artículo señaló que la marca nunca fue capaz de proporcionar pruebas tangibles de “cómo Bumble estaba manteniendo a las mujeres más seguras o garantizando relaciones más equitativas.”
Cambiar de polos no resuelve el problema
Como nota positiva, esta aplicación se ha convertido en un catalizador para hablar sobre el género, el poder y la comunicación en las citas on-line. Y aunque muchos pueden no estar preparados para que las mujeres den el primer paso, la mayoría de los usuarios de Bumble de mi estudio, hombres y mujeres, señalaron que eligieron la aplicación precisamente por su filosofía para empoderar a las mujeres. Para mí, esto habla del hecho de que la gente está dispuesta a abrazar los objetivos de Bumble de “sacudir las obsoletas normas de género”.
Eso no ha impedido que algunos hombres y mujeres tachen de sexista el diseño de Bumble. De hecho, una demanda colectiva presentada en 2018 acusó a Bumble de discriminar a los usuarios masculinos heterosexuales de la aplicación porque esta solo permite a las mujeres enviar mensajes primero. Bumble negó haber actuado mal, pero aceptó llegar a un acuerdo en 2021 para evitar más litigios costosos.
Una participante de 37 años en mi estudio pensaba que el énfasis de la aplicación en el género era artificial y restrictivo: “No me gusta que la gente limite las cosas por sexo o género. No me parece que eso dé poder. Es como si trataran de imponer el sexismo a la inversa”.
Al crear una situación en la que el derecho a hablar y dirigir la conversación sólo se concede a los participantes que se identifican con un género, el trabajo de idear mensajes iniciales singulares y atractivos recae en ese grupo.
Tradicionalmente, los hombres han hecho más esta tarea, aunque a muchos de ellos no les gusta iniciar conversaciones con innumerables desconocidos, un proceso plagado de ansiedad y rechazo.
En el caso de las parejas heterosexuales en Bumble, ahora las mujeres tienen que desempeñar ese papel. Sin embargo, hacer que el trabajo de iniciar una conversación recaiga únicamente en un grupo parece fomentar la pasividad de la otra parte, lo que parece que sólo dificulta una comunicación sana.
Riki Thompson recibe financiación del Fondo de Investigación de la Universidad de Washington y del Fondo de Becas y Enseñanza de la Escuela de Artes y Ciencias Interdisciplinarias de la Universidad de Washington Tacoma.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el original aquí.