Razones detrás de la ausencia del nuevo fichaje en el campo del CD Mirandés

Etienne Eto’o sigue sin debutar con el CD Mirandés tras dos semanas de entrenamiento. La fuerte competencia en la delantera y su llegada tardía retrasan su estreno en LaLiga Hypermotion

Etienne Eto’o aterrizó en Anduva con la ilusión intacta y la maleta cargada de expectativas. Venía de un Rayo Vallecano que le había permitido asomarse al escaparate de LaLiga, aunque fuese solo unos minutos, y llegaba al CD Mirandés con la promesa tácita de sumar minutos y demostrar que su apellido no es un peso muerto, sino un trampolín. Sin embargo, tras dos semanas de entrenamientos, su nombre sigue ausente de las alineaciones, como si el guion de su historia se hubiera quedado en pausa justo antes del clímax.

La paradoja es evidente, un delantero joven, con hambre de césped y goles, condenado a contemplar los partidos desde el banquillo. Y mientras tanto, la grada espera, preguntándose si el apellido Eto’o es todavía sinónimo de pólvora o si será otro talento devorado por la burocracia del fútbol moderno, donde las cesiones se prometen con minutos que nunca llegan.

Competencia feroz y reloj en contra

La explicación más sencilla y quizá la más cruel está en la competencia. Gonzalo Petit y Carlos Fernández ya se adueñaron del ataque rojillo, dejando poco espacio para experimentos o integraciones lentas. En un vestuario donde cada minuto es oro, Eto’o parece condenado a ser el invitado que llegó tarde a la fiesta, sonríe, saluda, pero nadie le deja bailar.

La situación se agravó en la derrota por 1-5 frente al Deportivo de La Coruña, una caída que pedía renovación y aire fresco en el once, pero que tampoco abrió las puertas al camerunés. Según fuentes internas, el contrato de cesión incluía minutos asegurados, una cláusula que hoy suena más a ironía contractual que a garantía real. Como en tantas historias del fútbol, la letra pequeña pesa más que el talento evidente.

El pasado que espera renacer

Quizá la clave esté en la adaptación. Con el Rayo, durante la pretemporada, apenas rozó el balón en partidos oficiales, y eso ha dejado cicatrices invisibles en su ritmo competitivo. El fútbol, como la música, exige compás; y Eto’o, de momento, parece aún afinando el instrumento antes de dar el concierto.

Pero no conviene olvidar lo esencial, la temporada pasada fue un vendaval en el filial rayista. Treinta goles en treinta y siete partidos y un ascenso a Segunda RFEF avalan a un delantero que ya demostró que sabe incendiar redes rivales. La pregunta es si el Mirandés sabrá encender esa mecha o si se conformará con dejar al joven ariete oxidarse en el silencio de los entrenamientos. En el fondo, la espera de su debut no es solo un asunto deportivo, es la metáfora perfecta del fútbol como teatro de promesas aplazadas.

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