La emoción y la tensión se palpaban en el plató de «Agárrate al sillón» cuando Rafa Castaño, un conocido concursante sevillano, se enfrentó a su último desafío. A lo largo de más de 50 programas, Castaño había demostrado una resistencia inquebrantable, pero esta vez, las palabras jugaron en su contra.
El momento decisivo llegó cuando la respuesta a una pregunta crucial se convirtió en su tumba. «Cuello», respondió Rafa, confundido, olvidando que el término buscado era una parte del cuerpo. Este fallo se tradujo en la pérdida de vitales puntos, mientras que su rival, Héctor, se convertía en el nuevo contendiente por el sillón. La pregunta posterior, que giró en torno a la «Santa muerte», se convirtió en un juego de azar que hizo que Castaño no pudiera recuperarse.
Con los marcadores marcando 23-21 a favor de Héctor, Rafa trató de aferrarse al sillón ofreciendo 5.000 euros de su botal acumulado de 170.500 euros. Sin embargo, la audaz oferta fue rechazada por su oponente, quien decidió no ceder ante la tentación. La eliminación de Castaño fue un desenlace abrupto, uno que sorprendió a muchos de sus seguidores.
Antes de despedirse, Castaño reflexionó sobre su experiencia: «Ha sido un concurso duro. Ha habido momentos en los que he tenido que luchar hasta el último segundo, haciendo aciertos milagrosos.» A pesar de su eliminación, se marcha con un premio que, si bien no se compara con su trayectoria, aún es considerable.
Las palabras de sus compañeros resonaron en el ambiente, como las de Eugeni Alemany, quien alabó su entrega y sensibilidad. Castaño logró meterse en los corazones de la audiencia; su pasión, su dedicación y su cercanía son cualidades que lo han convertido en un miembro querido del programa.
La jornada fue un recordatorio de que en el mundo de los concursos, el triunfo es efímero y cada segundo puede cambiarlo todo. La inesperada caída del «rey del sillón» deja un espacio vacío en el programa, y muchos se preguntan quién será el próximo en tomar su lugar.