Apenas se había elevado en el cielo de Rabat el avión que transportaba de regreso a Emmanuel Macron tras su visita oficial a Marruecos, la policía marroquí procedió con la detención de Fouad Abdelmoumni, una figura prominente en la defensa de los derechos humanos del país africano. Esto ocurrió el miércoles y para el viernes, los cargos ya había sido presentados contra él, acusándole de «insultar a órganos constituidos, difundir acusaciones falsas y denunciar un crimen inexistente por parte del Estado marroquí».
Fouad Abdelmoumni destaca no sólo por su activismo, sino también por su trayectoria como economista e intelectual, con una notable carrera en el ámbito de los microcréditos, siendo fundador de la organización Al Amana. Su lucha por la justicia y la transparencia le ha llevado a ocupar puestos clave en organizaciones tales como Transparency International y Human Rights Watch, así como a liderar el Grupo de Apoyo Marroquí a los Presos Políticos.
Abdelmoumni ha enfrentado diversas formas de acoso por parte de las autoridades marroquíes en años recientes, incluida una invasión a su privacidad especialmente vil en 2020. A pesar de su estatus aparentemente intocable debido a su reputación tanto dentro como fuera de Marruecos, y a una supuesta regla no escrita que protegía a los activistas previamente encarcelados durante el reinado de Hassan II de ser nuevamente juzgados por delitos políticos, su detención ha roto con esta supuesta protección.
La acusación actual se relaciona con intercambios de mensajes en los que criticaba la postura de Marruecos frente a Francia, mencionando tácticas de presión como el uso de la migración y el espionaje con Pegasus. Este episodio se sitúa en el contexto de una serie de revelaciones que, en 2021, apuntaron hacia un espionaje por parte de Marruecos hacia líderes mundiales incluyendo al propio Macron, detonando fricciones entre ambos países.
La sociedad civil marroquí ha mostrado su apoyo a Abdelmoumni, con diversas organizaciones demandando su liberación. La detención, coincidiendo con la visita de Macron a Marruecos, ha sido interpretada por algunos como una afrenta y un desafío, resaltando la percepción de Marruecos de contar con el respaldo de potencias mayores tras estrechar lazos con países como Israel, Estados Unidos y recientemente Francia. La falta de comentario por parte del Elíseo sobre este incidente y la omisión de los derechos humanos en los discursos de Macron durante su estancia reflejan la complejidad y la delicadeza de las relaciones diplomáticas entre Francia y Marruecos. Este evento subraya no sólo las tensiones políticas existentes, sino también el largo camino que aún debe recorrerse en la lucha por los derechos humanos y la libertad de expresión en Marruecos.