En un movimiento sin precedentes, representantes de pequeños estados insulares y algunos países africanos abandonaron las negociaciones en la COP29 este sábado, argumentando falta de inclusión en las discusiones sobre la financiación climática. En Bakú, donde se realiza la cumbre, estas naciones expresaron su descontento al no sentirse parte de las conversaciones para lograr un acuerdo justo que atienda las necesidades financieras para combatir el cambio climático.
Cedric Schuste, líder del grupo negociador de los países insulares, manifestó a los medios su frustración al no ser consultados adecuadamente. «Hemos venido a cerrar un acuerdo justo, pero nos vamos porque no sentimos que nuestra voz sea escuchada,» declaró. Esta salida pone en relieve las tensiones existentes entre los países menos desarrollados que buscan apoyo financiero significativo y los países más ricos, cuyas propuestas financieras han resultado insatisfactorias para aquellos en primera línea del cambio climático.
Los representantes de algunos estados de Latinoamérica y el Caribe también expresaron su determinación de evitar un desenlace sin acuerdo, similar al percibido fracaso de Copenhague en 2009. Juan Carlos Monterrey, enviado especial del clima de Panamá, remarcó la urgencia no solo de construir puentes sino de avanzar sobre ellos hacia acuerdos concretos.
El desacuerdo principal radica en el monto total que los países ricos están dispuestos a movilizar para apoyar a las naciones menos desarrolladas en su lucha contra el cambio climático y sus impactos. Mientras los países en desarrollo apoyan un objetivo de 300.000 millones de dólares anuales para 2035, las economías emergentes solicitan un compromiso más ambicioso de 500.000 millones de dólares anuales para 2030.
La transparencia del proceso ha sido otra área de preocupación señalada, especialmente por Ana Aguilar, negociadora principal de Panamá, quien criticó a la presidencia azerí de la cumbre por una gestión que favoreció reuniones bilaterales en detrimento de un diálogo inclusivo.
En medio de estas tensiones, la ministra de Colombia, Susana Muhamad, hizo eco del sentimiento general al señalar la distancia aún considerable entre las cifras propuestas por los países ricos y las demandadas por los países en desarrollo. La propuesta inicial de la presidencia de la COP29 de 250.000 millones de dólares anuales para 2035 fue considerada insuficiente frente a las necesidades urgentes del Sur Global.
Esta ruptura en las negociaciones resalta los desafíos persistentes en alcanzar un consenso global sobre financiación climática. A medida que la cumbre avanza, la presión sobre los países ricos para dar un paso adelante y comprometerse con cifras más sustanciales aumenta, con la esperanza de superar impasses y avanzar en la lucha conjunta contra el cambio climático.