Las tropas rusas han tomado el control de dos aldeas en la región de Dnipropetrovsk, marcando los primeros avances significativos de Moscú en el centro-sur de Ucrania desde el inicio de la invasión a gran escala. Aunque los asentamientos, Zaporizke y Novogeorgiivka, no representan una pérdida estratégica crítica para Kiev, su captura refleja la creciente presión que enfrentan las fuerzas ucranianas en distintos frentes, especialmente tras las recientes y fallidas negociaciones de paz entre Donald Trump y Vladímir Putin.

Inicialmente, el Estado Mayor ucraniano negó la entrada de tropas rusas en las aldeas, pero posteriormente reconoció que los combates están en curso. Esta situación ha alimentado un sentimiento de desánimo en el entorno militar ucraniano en un momento en que las negociaciones diplomáticas se hallan estancadas. El presidente Zelenski señaló que estos avances rusos son más un intento de obtener «victorias mediáticas» que una amenaza inminente a gran escala, ya que las aldeas no pertenecen a las cinco regiones que Rusia ha reivindicado oficialmente.

En medio de esta delicada situación, el gobierno ucraniano ha decidido permitir que hombres de entre 18 y 22 años salgan del país sin restricciones, un cambio que busca aliviar el problema de reclutamiento y potencialmente fomentar un regreso a Ucrania. La medida ha sido interpretada como un reflejo de la presión interna y la falta de voluntad de muchos para seguir luchando, lo que pone en evidencia las tensiones que surgen entre la política gubernamental y el sentimiento popular en la nación devastada por la guerra.

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