En un movimiento que ha capturado la atención del mundo, el presidente ruso Vladímir Putin arribó a Mongolia en horas de la madrugada, marcando una visita oficial en un contexto de tensión internacional. Esta visita reta directamente la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) por alegaciones de crímenes de guerra cometidos en Ucrania.
Al aterrizar en el Aeropuerto Internacional Buyant-Ukhaa de Ulán Bator, Putin fue recibido por la ministra de Exteriores mongola, Batmunkh Battsetseg, y el embajador ruso en Mongolia, Yevsikov Alexei Nikolaevich, en un entorno de notable presencia diplomática según informes de la agencia oficial mongola Montsame.
Durante su estancia, se espera que Putin sostenga encuentros oficiales con el presidente mongol, Ukhnaa Khurelsukh, donde ambos líderes firmarán documentos de cooperación, reafirmando las relaciones entre Rusia y Mongolia. Además, Putin participará en un acto conmemorativo del 85º aniversario de la batalla del río Khalkh, un evento histórico significativo en la relación entre los dos países.
Curiosamente, esta se convierte en la primera vez que Putin visita un Estado miembro de la CPI desde la emisión de la orden de detención en su contra por parte del mencionado tribunal, hecho que generó críticas por parte de Moscú. Anteriormente, en 2023, Putin optó por no asistir a la cumbre de los BRICS celebrada en Sudáfrica debido al riesgo de arresto.
La CPI ha solicitado a Mongolia, estado que ratificó el tratado en 2002, que coopere con la detención del presidente ruso. Según el estatuto de Roma de la CPI, los estados miembros están obligados a cooperar, mientras que los estados no miembros pueden hacerlo de manera voluntaria. La falta de cooperación puede resultar en medidas por parte de la asamblea de los estados partes del tribunal.
Ucrania ha intensificado el llamado internacional para que se reconozca a Putin como un criminal de guerra, destacando el secuestro de niños ucranianos entre otros alegatos graves. El Ministerio de Exteriores ucraniano ha manifestado su esperanza de que Mongolia comprenda la gravedad de estos crímenes.
Las relaciones diplomáticas entre Rusia y Mongolia se remontan a 1921, con embajadas establecidas en ambas capitales desde 1922. Esta visita reitera la estrecha conexión entre ambos países en un momento de creciente tensión internacional, subrayando un complejo escenario geopolítico donde viejos aliados reafirman sus lazos frente a los desafíos del orden mundial.