Putin condiciona un alto el fuego a la cesión completa de las provincias orientales y meridionales por parte de Ucrania

En una escalada de propuestas que ha sorprendido a la comunidad internacional, el presidente ruso Vladímir Putin ha condicionado la posibilidad de un alto el fuego inmediato en Ucrania, a la retirada de las tropas ucranianas de las cuatro regiones parcialmente anexionadas en el este y sur de Ucrania, y al abandono por parte de Kiev de aspirar a una membresía en la OTAN. Esta oferta se da en un contexto donde la tensión en la línea del frente se mantiene vigente y las esperanzas de paz parecen cada vez más lejanas.

Putin, en una intervención televisada durante una reunión con altos cargo del Ministerio de Exteriores, expuso las inasumibles condiciones que pusieron de relieve la posición maximalista de Rusia. «Tan pronto como Kiev anuncie su disposición e inicie la retirada real, además de renunciar oficialmente a los planes de adherirse a la OTAN, ordenaremos el cese inmediato del fuego y comenzaremos las negociaciones», declaró Putin. Esta declaración insiste en que Ucrania deberá abandonar completamente las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón (de donde Rusia se retiró en otoño de 2022) y Zaporiyia, esta última bajo control ucraniano durante todo el conflicto.

La condición implica que Ucrania cedería cerca del 30% de su territorio independiente, incluyendo áreas que, hasta la fecha, permanecen controladas por Kiev. Además, Putin incluyó la demanda adicional de que Occidente levante todas las sanciones económicas impuestas contra Rusia, añadiendo así otro nivel de complejidad al ya tenso escenario diplomático.

Implícitamente, estas declaraciones sugieren un deseo por parte de Rusia de «congelar» el conflicto más que buscar una resolución definitiva. Esta postura parece confirmarse tras revelaciones ofrecidas a Reuters hace tres semanas, donde Putin habría expresado estar «frustrado» por los obstáculos en las negociaciones y abierto a un alto el fuego, siempre y cuando se reconocieran las actuales líneas del frente de batalla.

Las exigencias de Putin también contemplan una Ucrania «neutral, fuera de bloques y no nuclear», además de la desmilitarización y desnazificación del país, objetivos proclamados por Moscú al inicio de la invasión en febrero de 2022. Estas condiciones no solo se alejan significativamente de las aspiraciones ucranianas sino que también suponen un retroceso en los derechos soberanos de Ucrania sobre su territorio y política exterior.

La respuesta de Kiev no se ha hecho esperar, denunciando estas declaraciones como un intento más de Putin por complicar el camino hacia cualquier negociación de paz genuina. Ucrania, respaldada por la inyección de fondos del G7 de cerca de 50.000 millones de euros, continúa defendiendo su integridad territorial y el derecho a decidir su futuro diplomático y de seguridad, incluida la posibilidad de unirse a la OTAN.

Este último giro en las declaraciones de Putin refleja no solo la complejidad de encontrar una salida pacífica al conflicto en Ucrania sino también el claro juego de poder y influencia que Rusia intenta ejercer sobre su vecino y la región en general. Con el mundo observando, el resultado de estas tensiones no solo definirá el futuro de Ucrania sino también el panorama de seguridad europeo y global.

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