A menos de un mes para la celebración de elecciones generales, vuelven a salir a la luz temas que dejan en evidencia qué es lo que se ha estado haciendo durante estos últimos meses y cuáles son los problemas que verdaderamente preocupan a la sociedad. Este fin de semana nos ha quedado muy claro que los ciudadanos españoles viven con preocupación e incluso enfado la situación en la que se encuentran nuestros pueblos.

Esta tendencia en pérdida de población se repite año tras año, provocando un abandono y despoblamiento del medio rural, principalmente causado por la falta de oportunidades laborales en el mismo, pero también por la peor calidad de los servicios sociales que se prestan.

Es alarmante resaltar como en Castilla-La Mancha, región por la que me presento como candidata a presidirla, el 37% de la población se concentra en 12 municipios mayores de 30.000 habitantes y el resto se ubica en municipios menores, siendo 843 la cifra de municipios inferiores a 10.000 habitantes. Este hecho ha supuesto que la población haya descendido en 573 municipios desde el 2012, colocando a nuestra comunidad autónoma en lo más alto de las listas de regiones con menos densidad poblacional, con sólo 26,6 habitantes por kilómetro cuadrado.

Entre los indicadores de esta alarmante situación se encuentran las empresas forestales, de las que cabe resaltar viveros, empresas de tratamientos selvícolas y repoblaciones que, teniendo en el monte la base de sus negocios, han visto como a causa de la crisis económica han pasado a encontrarse en una situación precaria o, en muchos casos, a desaparecer. También he de mencionar que esta pérdida de población supone para el entorno rural un hándicap a la hora de emprender un negocio, encontrar empleo, crear una familia e incluso algo tan básico como recibir atención de los servicios sociales. Y es que la inversión de la pirámide poblacional en el entorno rural es aún más acentuada y su escasa población más envejecida, con el reto que supone la multiplicación de casos de personas en situación de dependencia y los efectos que provoca esta circunstancia en el desarrollo personal y profesional de las mujeres del entorno rural.

Por ello no voy a mirar hacia otro lado, voy a comenzar la casa por los cimientos y voy a abrir la carpeta de proyectos reales, con bases sólidas para obtener resultados palpables. Y por eso veo necesaria la creación de una comisión específica en Las Cortes, desde la que sellar un Pacto Regional de Choque contra la Despoblación de Castilla-La Mancha que articule medidas centradas en la generación de oportunidades de empleo, con incentivos para las grandes empresas que deslocalicen sus centros de trabajo a zonas despobladas. Garantizaremos los servicios públicos mediante una apuesta decidida por las mancomunidades de servicios. Crearemos un entorno favorable para la vida en los pueblos con el impulso de las cooperativas rurales, que no solo se dediquen a la producción de productos agroalimentarios sino que también provean de servicios necesarios para garantizar el mantenimiento de la población y el aumento de la natalidad.

Y es que la pérdida de población es una realidad con datos objetivos que no debe estar sujeta a distintas perspectivas ideológicas ni a debates políticos. Las fuerzas que estemos presentes en las Cortes en los próximos cuatro años debemos dejar atrás diferencias y cuentas pendientes, parar de contar votos y ponernos a articular medidas que sean eficaces y que, en algunos casos, requieran de una estrategia impulsada desde el propio Estado.

La cuestión de la despoblación requiere un impulso decidido y una perspectiva transversal para crear las palancas necesarias en todos los ámbitos de la gestión pública y en los distintos niveles administrativos, que garanticen definitivamente resultados de choque contra un problema, el de la España vaciada, que ya no es solo importante, sino que además es urgente.

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