La situación en Serbia ha alcanzado un punto crítico tras las intensas protestas antigubernamentales en Novi Sad, donde la policía realizó 42 arrestos durante una noche marcada por disturbios y enfrentamientos. Decenas de personas resultaron heridas, incluyendo 14 agentes de la ley, mientras que la intervención policial empleó gases lacrimógenos y porras para dispersar a los manifestantes. Los disturbios estallaron cuando los ciudadanos, que inicialmente se manifestaban pacíficamente, respondieron a la violencia policial con piedras y palos, lo que intensificó la represión.
Organizadas por colectivos estudiantiles bajo el lema “Serbia, ¿nos escuchas?”, las protestas surgieron en respuesta al desalojo de encierros en facultades y a las acusaciones de corrupción y autoritarismo que enfrenta el presidente Aleksandar Vucic. Este clima de tensión se ha venido gestando desde noviembre, tras una tragedia en la estación de trenes de Novi Sad que causó la muerte de 16 personas, lo que desató demandas de justicia y un llamado a elecciones anticipadas, a las que el mandatario se opone.
Las imágenes de los enfrentamientos han hecho eco en los medios, evocando recuerdos de tiempos oscuros bajo el régimen de Slobodan Milosevic. Vucic, en sus declaraciones, no dudó en calificar a los manifestantes de «terroristas» y criticó a los académicos que apoyan las protestas, mientras la ciudadanía continúa clamando por cambios en un entorno cada vez más polarizado.
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