Polémica en Año Nuevo: La presentación de Lalachus en las campanadas desencadena denuncias contra TVE y Broncano

Durante la retransmisión de las campanadas de 2024 en La 1 de TVE, los presentadores, Broncano y Lalachus, integrantes del popular programa «La revuelta», generaron una intensa polémica. Uno de los momentos más controversial se produjo cuando Laura Yustres, conocida como Lalachus, exhibió ante la cámara un peculiar objeto que llevaba consigo con la intención de atraer buena suerte tanto para la retransmisión como para el venidero año. Se trataba de una estampa que fusionaba la figura del Sagrado Corazón de Jesús con la cabeza de la vaquilla del conocido programa «Grand Prix», una imagen que no tardó en causar revuelo.

Este hecho no pasó desapercibido para el colectivo Abogados Cristianos, quienes decidieron tomar medidas y denunciaron por un delito de odio y otro contra los sentimientos religiosos a José Pablo López, presidente de RTVE, y a la propia presentadora Lalachus. En su denuncia, argumentan que la utilización de esta imagen simboliza una clara falta de respeto y burla hacia los rituales y símbolos del catolicismo, constituyendo un desprecio, injuria y ultraje hacia los sentimientos religiosos y creencias de la comunidad católica.

El gesto generó una ola de reacciones en redes sociales, donde numerosos usuarios expresaron su descontento, acusando a la presentadora de ofender sus sentimientos religiosos y criticando la doble moral al considerar que actos similares dirigidos a otras religiones no hubieran sido tolerados.

En defensa de Lalachus, Iñaki López, otra figura destacada de la televisión, expresó su apoyo a la presentadora, criticando la reacción de Hazte Oír y señalando la importancia de la libertad de expresión en estos contextos.

La polémica alcanzó también a la Conferencia Episcopal Española, cuyo presidente, monseñor Luis Argüello, lamentó públicamente la burla hacia un símbolo tan significativo para los católicos, criticando la falta de sensibilidad y conciencia por parte de los responsables del ente público y subrayando la tristeza que genera la banalización de elementos de profundo valor espiritual bajo la excusa de la libertad de expresión y los excesos festivos.

Este incidente reabre el debate sobre los límites de la libertad de expresión y el respeto a los símbolos religiosos en espacios de alto impacto público, una discusión que, a la luz de los recientes acontecimientos, parece estar lejos de alcanzar un consenso.

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