En un giro significativo de la política exterior estadounidense hacia América Latina, la administración Trump ha puesto la mira nuevamente en el Canal de Panamá, planteando una serie de medidas que podrían aumentar la presencia militar de Estados Unidos en el territorio centroamericano. Este movimiento representa una de las más claras manifestaciones de cambio en la estrategia geopolítica de Washington hacia la región, desde el cierre de su última base en el Canal de Panamá en 1999.
La solicitud de Donald Trump a las fuerzas armadas para elaborar un memorando que explore opciones para incrementar la presencia militar estadounidense no solo reaviva el recuerdo de pasadas intervenciones en Panamá, sino que también sugiere la posibilidad de tomar el canal por la fuerza si se considera necesario para contrarrestar lo que Washington percibe como una creciente influencia china en esta ruta estratégica.
Consultores políticos y analistas están interpretando este giro en la política exterior como una maniobra audaz que intentaría remodelar las dinámicas de poder no solo en la región sino en el ámbito mundial. «Trump está pateando la mesa, tirando el tablero al suelo y buscando romper las fichas de la geopolítica mundial», comentó el consultor político colombiano Orlando Goncalves, quien posee una amplia experiencia en temas panameños.
Por otra parte, la posibilidad de una intervención militar estadounidense en Panamá ha levantado preocupaciones serias sobre la soberanía del país y las repercusiones que tal acción podría tener en la región. Panamá, un país sin ejército desde 1990, se encontraría en una posición de marcada desventaja frente a la potencia militar de Estados Unidos, generando temores de un conflicto asimétrico con consecuencias imprevisibles.
La administración Trump ha manifestado abiertamente su percepción de que Estados Unidos debe tener un trato preferencial en el Canal de Panamá, argumentando su papel histórico en la construcción y administración pasada de la vía. Sin embargo, este enfoque ha enfrentado el rechazo del gobierno panameño, que mantiene su posición firme en defensa de su soberanía y control sobre el canal.
El Secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, intentó suavizar las tensiones durante su visita a Panamá en febrero, pero propuestas como permitir el cruce gratuito de los barcos propiedad del gobierno estadounidense solo han intensificado el desacuerdo. Las respuestas del gobierno panameño y de la autoridad del canal han destacado su compromiso por mantener la neutralidad del canal, según los tratados internacionales vigentes.
En el contexto internacional, la escalada en las tensiones entre Estados Unidos y Panamá por el control del canal podría impulsar a los países de la región a buscar alianzas estratégicas alternativas, potencialmente acercándose más a China u otras potencias globales. Además, una intervención en Panamá fortalecería las posturas de regímenes autoritarios en Latinoamérica, erosionando aún más la influencia estadounidense en el hemisferio.
Esta situación coloca a Panamá en un dilema crucial sobre cómo navegar entre la presión estadounidense y la necesidad de mantener su soberanía sobre el canal, un recurso de importancia global. Mientras tanto, la administración Trump continúa explorando opciones que afirmen su presencia y control sobre esta ruta comercial estratégica, potencialmente marcando un nuevo capítulo en las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica.