Países Bajos inaugura una nueva era política con la formación de su primer Gobierno de ultraderecha

En un giro sorprendente de eventos dentro de la política europea, Geert Wilders, conocido por sus posturas ultraderechistas, consumó una jugada maestra que ahora ha resultado en la formación del primer gobierno de extrema derecha en los Países Bajos, país que durante largo tiempo fue visto como un símbolo del liberalismo en Europa. Después de clamar la victoria en las elecciones a finales del año pasado, Wilders sorprendió tanto a aliados como opositores al renunciar a su aspiración de liderar el nuevo gobierno. Este acto estratégico fue diseñado para facilitar la creación de una coalición gobernante de derechas, eliminando cualquier atisbo de estancamiento político que pudiera obstaculizar la transición hacia un nuevo liderazgo nacional.

La reciente toma de posesión marca el final de la era de 14 años bajo la gestión del exprimer ministro Mark Rutte, y sella el comienzo de una nueva fase política para el país. La coalición, integrada por el Partido por la Libertad de Wilders, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (centroderecha), el Movimiento Ciudadano Campesino (populista pro-campesino) y el Nuevo Contrato Social (centro), ostenta una mayoría decisiva de 88 escaños en la Cámara de Representantes, lo cual les ofrece un amplio margen para ejecutar su agenda política.

Wildcard en todo este escenario es Wilders, quien, a pesar de renunciar al puesto de primer ministro, permanece como el líder indiscutido de su partido en la Cámara de Representantes y sigue ejerciendo una influencia significativa sobre el nuevo gabinete. No solo su partido ha proporcionado la mayoría de los ministros y secretarios, sino que también ha asegurado ministerios clave como el controvertido Ministerio de Asilo y Migración.

Los próximos dos meses serán críticos ya que el nuevo gobierno se dispone a revelar en detalle su programa. Aunque el informe inicial es escueto en detalles, el consenso dentro de la coalición propone una reducción del 22% en los empleados del gobierno, una medida que ha generado inquietudes en varios sectores, sobre todo en Exteriores donde se teme el cierre de embajadas.

El camino hacia la formación del nuevo gobierno estuvo lejos de ser tranquilo, especialmente debido a algunas de las propuestas y figuras propuestas por Wilders para formar parte del gabinete, que colocaron a su gobierno directamente bajo el escrutinio público incluso antes de asumir el poder. Además, la retórica empleada por Wilders contra el islam y sus firmes políticas de inmigración subrayan la dirección política que podría tomar Holanda bajo este nuevo gobierno, marcando no solo un cambio significativo en la política interna sino también en su postura en el escenario mundial.

Con todo, este cambio representa un momento definitorio en la política neerlandesa y, posiblemente, tenga ramificaciones a lo largo de Europa, desafiando la percepción tradicional de los Países Bajos como bastión del pensamiento liberal y la política centrada. La «amenaza neerlandesa» que representa el huracán Wilders, como algunos críticos han denominado a su ascenso, promete sacudir el orden establecido en la UE en un momento ya cargado de incertidumbres.

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