El miércoles, Emiliano García-Page, presidente electo de Castilla-La Mancha, afirmó que no quiere trabajar representando solo a la mitad de los votantes y no desea que la otra mitad le vaya mal. Aseguró que no considerará a nadie como enemigo de su gobierno y pidió el apoyo y confianza de todos los miembros de la Cámara autonómica durante su investidura. García-Page se presentó como alguien «radicalmente moderado y firme en la defensa de esta tierra». Afirmó que ser moderado requiere coraje y tenacidad, y que estar en contra de algo no es necesario. Durante su intervención en el Debate de Investidura, que se extenderá durante dos días, García-Page expresó su deseo de que nadie tenga temor bajo su gobierno y el del que salga de la investidura. Aseguró que lo que sea bueno para la unidad de la región será su principal interés como presidente. Además, se comprometió a proteger el gasto social en la región, impulsando el crecimiento económico y el empleo, y aseguró que muchos de los avances logrados en los últimos cuatro años serán irreversibles. García-Page también hizo énfasis en la necesidad de reducir el frentismo social y político, así como en evitar el populismo barato. Consciente de que renunciar a defender lo local permitiría que otros se salgan con la suya, prometió seguir implementando cambios en beneficio de la región.