Durante su intervención en la finalización de las obras de remodelación del paso superior sobre la A-42 en Illescas, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, instó a una firme reflexión sobre la necesidad de actualizar las infraestructuras concebidas en los años 80, advirtiendo que han resultado insuficientes y van camino de volverse obsoletas sin la inyección de nuevos fondos.
García-Page insistió en que la España de hoy requiere de un vigoroso impulso en inversión pública para mantener y mejorar lo ya edificado, y para culminar aquellos proyectos pendientes. Apuntó que, a medida que uno sale de España, se hace patente que se abonan tarifas por el uso de infraestructuras en otros países, y sugirió que España debería considerar estrategias similares para afluir recursos económicos destinados al mantenimiento de sus carreteras y ferrocarriles.
Señaló la evidente precariedad política del país como una barrera para tomar decisiones audaces en pro de un financiamiento estable que no debe necesariamente depender de la generación de deuda. Además, observó que las previsiones turísticas actuales, que no dejaron de crecer incluso ante expectativas pasadas, podrían ser una fuente para aprovechar financieramente, dado que los visitantes también hacen uso de dicha infraestructura.
El mandatario mencionó varios proyectos significativos para la región de Castilla-La Mancha que requieren de una atenta consideración y recursos, como lo son la A-43 en Ciudad Real, la cual es vital para la conexión entre el Levante y el Mediterráneo, y la A-40 entre Toledo y Ocaña. García-Page enfatizó que sin una inversión pública decidida, sería imposible rematar tales proyectos, que calificó de «muy gordos» y vitales para la región.
La reflexión de García-Page subraya un desafío que se extiende más allá de Castilla-La Mancha, alcanzando dimensiones nacionales: el de cómo sostener y optimizar una red de infraestructuras esenciales que son el motor del desarrollo y del bienestar colectivo español.
