En un emotivo acto celebrado en Alcázar de San Juan, Ciudad Real, en el contexto de la conmemoración del Día de la Enseñanza, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, expresó su inquietud ante lo que considera un creciente clima de discordia en el país. Según sus palabras, el resurgimiento del «odio entre españoles» plantea una amenaza al tejido social que no debe ser subestimada.
Durante la ceremonia de entrega de reconocimientos, García-Page no desperdició la oportunidad para hacer una reflexión sobre el estado actual de las relaciones entre ciudadanos. «Estoy preocupado como ciudadano y como presidente», confesó, apuntando a la crispación notoria en la atmósfera nacional.
El presidente de la Junta aprovechó la ocasión educativa para hacer una comparación ilustradora. Puso como ejemplo la armonía y el respeto que deberían reinar en las aulas, haciendo hincapié en la importancia de estos valores para el progreso colectivo. Cuestionó cómo sería posible enseñar y avanzar si el odio y la ira dominaran en los espacios de aprendizaje, donde impera la norma de respeto mutuo.
Con un tono esperanzador, García-Page abogó por una sociedad que refleje más fielmente los principios que se enseñan en las escuelas. Alentó a la aplicación de los valores escolares de convivencia y respeto en la vida diaria, como fórmula para la construcción de un entorno social más armónico y productivo.
Este llamado a la unidad y al entendimiento mutual surge en un momento en que la polarización política y social ha generado preocupaciones en distintos sectores del país. El presidente castellanomanchego resalta así la enseñanza como posible faro guía en tiempos de turbulencia, promoviendo la educación no sólo como transmisión de conocimientos, sino también como cuna de la ciudadanía responsable y la cohesión social.