El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha manifestado su reconocimiento hacia la figura de Su Majestad el Rey Felipe VI, coincidiendo con el prólogo del décimo aniversario de su coronación. García-Page señaló que tanto el monarca como la Familia Real han enfrentado numerosas y considerables complicaciones, llegando a catalogar los tiempos que atraviesa la Corona como un «antídoto frente a los populismos» y simbolizando la «consistencia frente a la futilidad y la liquidez que tiene hoy la vida política». Estas declaraciones fueron realizadas en una entrevista concedida a Diario CLM.
El presidente autonómico, quien ostenta el título de ser el más veterano en el cargo entre sus homólogos actuales, ha vivido gran parte de su mandato bajo el reinado de Felipe VI. García-Page expresó cómo percibió la transición de la jefatura del Estado recordando un inicial «vértigo por el cambio», que se disipó brevemente en cuanto se vislumbró la preparación del nuevo monarca para asumir sus responsabilidades.
Rememoró la gestión del cambio de reinado, mencionando la tranquilidad con la que siguió la declaración del entonces presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, y el diálogo discreto mantenido con el líder del PSOE de ese entonces, Alfredo Pérez Rubalcaba, durante las maniobras de transición y en el proceso legislativo que reguló el estatus de los reyes eméritos.
Subrayando el éxito de lo que considera un «acuerdo de los grandes partidos que fue muy útil», a pesar de las críticas, García-Page remarcó el manejo de la situación sin desvíos en el marco constitucional, superando lo que definió como «una prueba de fuego».
Además, el presidente de Castilla-La Mancha argumentó que la discusión sobre monarquía versus república ha perdido relevancia en la actualidad, asumiendo que la Familia Real cumple un papel «claramente representativo y moderador» en la sociedad española.
En contexto de la situación del rey emérito, Juan Carlos I, García-Page opinó que no habría sido necesaria su partida del país, ni tampoco debería ser una situación forzosa, denotando que las «presiones» han provocado que pase sus últimos años en el extranjero, lo que a su criterio no beneficia ni a la imagen de España ni a la democracia.
Finalmente, el líder manchego contrapuso la circunstancia de Juan Carlos I con la de quienes fueron amnistiados por el procés, señalando la particularidad de que, aún sin una condena, el rey emérito vive fuera de España. En contraste, comentó sobre los amnistiados, que a pesar de tener condenas claras, pueden volver a España.