En una inesperada vuelta de tuerca en la recién concluida edición de Gran Hermano, la organización del espectáculo decidió reunir a todos los concursantes de la temporada, incluidos los anónimos y el ganador, para ofrecer un repaso de los tres meses de convivencia bajo el mismo techo. Sin embargo, este encuentro ha resaltado aún más la figura de Óscar Landa, quien, a pesar de no haber ganado, sigue acaparando la atención central del debate posterior.
La gran final de esta edición fue marcada por su enfrentamiento con Juan Quintana, el bailarín que se llevó el premio mayor con un margen de tan solo un 3% sobre Landa. Durante el evento, el enfrentamiento entre ambos fue inevitable, convirtiéndose en uno de los momentos más tensos y recordados de la noche. A pesar de la victoria de Quintana, una encuesta informal realizada esa noche entre los concursantes reveló que solo siete de diecinueve consideraban a Quintana un justo ganador. Este grupo, apodado el ‘grupo fresi’, apoyó abiertamente a Quintana, pero el resto expresó no comprender los méritos de su victoria, sugiriendo que fue el resultado del "voto del odio" dirigido contra Landa.
La crítica hacia el ganador no solo provino de sus compañeros; Óscar Landa no tardó en expresar su desconcierto, cuestionando abiertamente los logros de Quintana dentro de la casa. “¿Qué ha hecho Juan en la casa? ¿Por qué se le recuerda?”, inquirió Landa, señalando la aparente invisibilidad de Quintana a lo largo de la competencia y subrayando la falta de momentos memorables por parte del bailarín.
La réplica de Quintana no se hizo esperar, insinuando que Landa había estado más concentrado en la trayectoria de su rival que en la suya propia durante el transcurso del programa. Esta interacción avivó el apoyo de los seguidores del formato, quienes celebraron la defensa de Quintana, aunque esto no apaciguó las dudas sobre la legitimidad de su victoria.
Esta edición de Gran Hermano ha sido, sin duda, una de las más polémicas y discutidas, no solo por la ajustada victoria de Quintana sino también por el debate sobre qué cualidades son merecedoras de ganar en este tipo de formatos televisivos. La última emisión, lejos de cerrar capítulos, ha dejado abiertos numerosos interrogantes sobre la justicia y los criterios de valoración en los reality shows, marcando el fin de esta temporada con un punto de inflexión que promete tener repercusiones en futuras ediciones.