Desgraciadamente vivimos en una sociedad donde la PALABRA dejó de ser una herramienta para construir y arreglar, para convertirse en un arma al servicio de aquellos intereses que la utilizan. La información se ha reducido a un titular, a algunas decenas de caracteres. Eso daría para hablar largo y tendido, pero hoy, me gustaría elevar esta reflexión, en más de 500 caracteres, para los valientes que todavía gustan del placer de leer, sobre la importancia de las palabras aplicadas, esta vez, a las reivindicaciones LGTBI que vemos estos días, en primer lugar, por limitantes unas veces, excluyentes otras y, finalmente, porque nos quedemos en eso, palabras, gestos, sin un trasfondo real.

La primera palabra que nos llevará a error es “igualdad”. Cuando hablamos de igualdad y de que todos somos iguales, inconscientemente no reconocemos todas las herramientas que va a necesitar una persona para llegar al mismo punto que otra. Tenemos que dejar de utilizar la palabra igualdad y usar equidad. Volvemos de nuevo al miedo a las palabras y a su utilización para manipular o para no cambiar nada. ¿Tiene las mismas dificultades en la vida alguien que es ciego o sordo de quien no lo es? ¿Alguien con una enfermedad rara que quien no la tiene? ¿o de alguien trans para quien su cuerpo y su género no se corresponden? Si nos consideramos iguales, la sociedad no entenderá por qué damos más herramientas a alguien para llegar al mismo punto.

Desgraciadamente en cuanto a los derechos LGTBI, ni hemos sido efectivos, ni mucho menos rápidos, y eso en España, pensad en esos países donde tener la necesidad de reconocerse en otro género o amar a otra persona, fuera del ámbito establecido, supone directamente pena de muerte.

Y a veces, aunque no haya delito, hay estigmatización social, como ocurre en tantos pueblos de Castilla-La Mancha, donde el reducido número de habitantes hace que un joven, por pertenecer al colectivo LGTBI, se sienta señalado a diario y no pueda vivir en libertad.

Además, cómo las palabras, al usarse como arma arrojadiza, generan un efecto “excluyente”, creando una curiosa contradicción, la de luchar contra la inclusión desde la exclusión. Lo vemos diariamente y también dentro del propio colectivo LGTBI. Este año, además, tenemos un claro ejemplo de esto, con la campaña del PSOE y sus siglas LTBI para visibilizar más a la mujer dentro del colectivo, quitando de la G (gay) o escuchando planteamientos feministas transfobos y plasmándolos en un documento, generando un cabreo generalizado. El PSOE ha intentado quedar bien con las unas y con las otras, en eso que hace tan bien de nadar y guardar la ropa, volviendo a utilizar las palabras, no para construir, sino para réditos políticos.

Finalmente, las palabras bonitas que se quedan en eso, en palabras bonitas. ¿No están un poco cansados de actos vacíos? Aplaudimos, pero rápido se nos olvida y la volvemos a liar, por poner un ejemplo cercano; y en este caso, serán días de muchas palabras inspiradoras, mucho lacito por la LGTBI y mucho “reconocimiento”, de frases rimbombantes y por supuesto, mucho eslogan, y con eso. ¿Qué habrá ganado una persona trans en Castilla-La Mancha?  Nada, porque no profundizamos, porque no queremos profundizar para no cambiar nada.

La foto, el titular, la instrumentalización de los colectivos… ¿Es algo que realmente mejora la vida de una persona gay, lesbiana, trans, bisexual…?

Decididamente no. Hacen falta medidas, como las que llevamos al anterior pleno, prácticas, reales. Hace falta la Ley LGTBI en Castilla La Mancha, donde llevamos más de 40 años de gobiernos socialistas y populares, sin que a nadie le haya dado tiempo a hacerla.

Hacen falta medidas concretas y presupuestadas, pensar en los receptores de las mismas y no en ver cómo salgo en la foto de turno. Hace falta pensar en la dureza que imprime a veces la familia, la escuela, el entorno rural, centrarnos mucho más en eso. Llegamos tarde, llegamos muy tarde.

Se apagarán los focos, se descolgarán las banderas, se silenciarán los micrófonos y los armarios seguirán siendo una losa pesada, fría y dura para muchas personas, un año más. Para garantizar la libertad del colectivo LGTBI hace falta implicarse en medidas concretas, en lugar de quedarse en las fotos y los titulares. Menos gestos y más gestas.

Alejandro Ruiz
Presidente del Grupo Parlamentari

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