El dramático conflicto en Ucrania ha llevado a situaciones desesperadas, como el rescatado de dos belugas del Delfinario NEMO en Járkov. Ante el avance militar y la proximidad del frente en enero de 2024, el propietario del delfinario contactó al Oceanogràfic de Valencia, el único acuario europeo con instalaciones para estos cetáceos. A pesar de que ya había solicitado ayuda anteriormente para alimentar a los animales, la urgencia por evacuar a Miranda y Plombir se volvió crítica cuando el sonido de las explosiones en la guerra comenzó a afectar su bienestar emocional.
El rescate de las belugas implicó un arduo proceso logístico, ya que el espacio aéreo ucraniano estaba cerrado, obligando al equipo a trasladarlas por carretera hasta Moldavia en un viaje de 12 horas, seguido de un complicado vuelo hacia España. Cada paso del proceso fue un desafío; desde la ubicación del transporte adecuado hasta la coordinación con diferentes autoridades. La culminación del esfuerzo fue catártica para los involucrados: «Cuando despegamos, fue una liberación», recordó Robert Gojceta, conservador del Oceanogràfic.
Este esfuerzo no se limita a las belugas. A lo largo del conflicto, más de 1.000 animales han sido evacuados de zoos y reservas en Ucrania, con rescates que han llegado a incluir desde perros y gatos hasta tigres y leones. La comunidad internacional se ha movilizado para proteger a estos seres vulnerables, resaltando cómo la guerra impacta no solo a humanos, sino también a los animales atrapados en su torbellino. En este contexto, la historia de Miranda y Plombir se convierte en un símbolo de esperanza y resiliencia frente a la adversidad.
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