En una escalada significativa de las tensiones regionales, cazas israelíes ejecutaron el jueves una intensa campaña de bombardeos en el sur y sureste del Líbano, alcanzando un total de 52 ataques aéreos. Según reportes del canal de televisión Al Manar, afiliado al grupo chií libanés Hezbolá, los objetivos incluyeron áreas como Al Hargiya en Al Mahmudeya, los alrededores de Al Aishiya, los Altos de Rihan, y cerca de Nahr Barhaz.
Estos ataques aéreos se suman a una serie de operaciones realizadas por Israel contra el grupo Hezbolá, incluyendo una campaña previa el mismo día que tuvo como objetivo unas 30 plataformas de lanzamiento y otras infraestructuras. La Agencia Nacional de Noticias del Líbano (ANN) también confirmó los bombardeos, subrayando que las zonas afectadas, aunque alejadas de la frontera israelí, ya habían sido escenario de hostilidades en el pasado.
El Ejército israelí, en un comunicado, declaró que su operación buscaba «dañar y destruir» las capacidades e infraestructura de Hezbolá, en un esfuerzo por restablecer la seguridad a lo largo de la frontera con el Líbano. Esta acción militar ocurre en un momento de tensión creciente, marcado por eventos recientes que han resultado en la muerte y heridas de miles en el Líbano, atribuidos a explosiones en dispositivos de comunicación manejados por miembros de Hezbolá.
Hasán Nasrala, líder de Hezbolá, respondió a los ataques prometiendo una «contundente respuesta contra Israel,» insinuando una nueva fase en lo que ha sido un año de violencia continua a lo largo de la frontera. El conflicto entre Israel y el grupo libanés ha cruzado un umbral, entrando en una etapa descrita por Nasrala como la «parte más precisa, sensible, profunda e importante» de esta prolongada hostilidad.
El imperativo de ayuda internacional se hizo más evidente con la publicación de imágenes que muestran el envío de asistencia médica y militar a Líbano procedente de Irak, en un intento por soportar las consecuencias de los recientes ataques. La comunidad internacional observa con preocupación la escalada del conflicto, que amenaza con desestabilizar aún más la región y pone en peligro la seguridad y el bienestar de miles de civiles.