Desenlaces y Revelaciones en «La Encrucijada»: Un Juego de Amor y Poder
El poder de la atracción entre César y Amanda en La Encrucijada siempre fue inmenso, pero conociendo lo que ocultaba César y tras el candente beso en la oficina en la que se encontraron, todo se viene abajo en el momento que su mirada choca con la imagen de sus abuelos que hay en la oficina; y cuando se niega a hablar del pasado, al igual que su repentina distancia dan como resultado que empiece a preguntarse si fue solamente una pieza del tablero con el que César iba a jugar su partida en el Grupo Oramas.
«Me usaste», le dice en uno de esos momentos de rabia, y esta frase, con las posteriores acusaciones mutuas se convertirá en un eco ensordecedor para los encuentros que empiezan a haber entre los dos. A esto hay que sumar la sombra de Laura, la ex de César, que empieza a inquietar sus encuentros; y cuando Amanda llega a saber que César planea mudarse con Laura y tener «una familia feliz» se siente como si su corazón se rompiera en mil trozos.
Las traiciones, no por lo que fueron duelen sino porque son lo que fueron en los momentos en los que empezaron a tener lugar; el amor traicionado no duele por lo que efectivamente fue, sino por aquello que pudo llegar a ser y que no lo fue. En medio de esta situación inesperada Amanda termina yéndose con Álvaro, el mismo hombre con el que antes no quería nada; refugio para ella para el que tiene con César, pero con ese matiz de, venganza frente a un amor que no ha podido llegar a ser.
En el ínterin, César, en sálvese quien pueda convertido en un accionista de Grupo Oramas gracias a una votación llena de malentendidos —la de Álvaro Colmenares, su compañero en el conflicto por el futuro de la empresa— se da cuenta de que su poder va creciendo… pero la soledad también. «Cada uno en su lugar…», murmura a tal punto que se le llega a entender, cuando su mirada se cierra en el par de brazos que levanta a Amanda, y su frase tiene más que rencor un poso de dolor.