En la madrugada del miércoles, Kiev se vio sacudida por un devastador ataque con misiles y drones, como confirmaron las autoridades locales. Al menos dos personas perdieron la vida y los daños se concentraron en un edificio de viviendas en el distrito de Dnipró, donde un incendio se desató en los pisos superiores. Además, se registraron impactos en otras áreas de la capital, afectando infraestructuras civiles en distritos como Pechersk y Darnitsia, generando una sensación de caos y miedo en los ciudadanos que intentan sobrellevar la guerra.
El ataque no solo se limitó a Kiev; también se reportaron daños significativos en infraestructuras gasísticas en Poltava, donde los impactos directos comprometieron instalaciones críticas de la empresa estatal Naftogaz. Esta situación no es aislada: en las últimas semanas, estos objetivos han sido blanco recurrente, forzando a Ucrania a intensificar sus importaciones de gas ante la llegada del invierno. La ministra de Energía describió el ataque como «masivo», reflejando la creciente desesperación del país por salvaguardar su infraestructura vital.
Mientras el conflicto persiste, la población de Ucrania no solo enfrenta la destrucción material, sino también un desgaste emocional que se hace palpable en su vida cotidiana. El eco de las explosiones resuena en una ciudad que intenta seguir adelante, aunque las cicatrices de la guerra continúan marcando su camino. Las autoridades permanecen en alerta, mientras se esfuerzan por proteger a sus ciudadanos en medio de una nueva era de hostilidad.
Artículo resumido que puedes leer completo aquí