La sociedad española lleva 45 años viviendo en el mejor y más prolongado periodo de su Historia. Más de cuatro décadas protagonizadas por los conceptos de libertad, igualdad y justicia social. Sin duda alguna, nuestra Carta Magna es el principal garante de los avances sociales y el horizonte de progreso de nuestro país.

La Constitución española dibuja claramente quiénes somos y quiénes queremos ser: libres, iguales, justos y plurales. Este texto unifica democráticamente la convivencia de 48 millones de personas que coinciden en un espacio común compartido, España. Colaborando, avanzando, pensando en todas y todos, construimos un país más rico. Además, la Constitución no sólo ha blindado los avances sociales en nuestro país, sino que es todo un instrumento con el que poder afrontar, ampliar y conquistar nuevos derechos, como se puso de manifiesto con avances como el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Desgraciadamente, no sólo celebramos en estas fechas el aniversario de la Constitución. El pasado 4 de diciembre fue el quinto aniversario de una anomalía democrática sin precedentes. El Partido Popular lleva cinco años bloqueando la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Es decir, el principal partido de la oposición lleva todo un lustro sin cumplir con el mandato constitucional, dañando el funcionamiento de nuestra Justicia y perjudicando a la ciudadanía. No estaría de más que la formación política liderada por el “moderado” señor Feijóo ampliara su conocimiento constitucional y atendiera artículos más allá del 155. El artículo 122, por ejemplo, habla del CGPJ y su proceso de renovación. Un repaso, por breve que sea, no vendría nada mal.

Nuestro texto constitucional plantea una sociedad en la que cabe todo el mundo. Resulta curioso observar cómo aquellos que hoy se proclaman como “únicos defensores de la Constitución” son los herederos políticos de conocidos abstencionistas que no apoyaron el texto del proyecto constitucional en el Congreso de los Diputados hace 45 años. Cabe recordar que el germen de lo que es hoy el principal partido de la derecha, Alianza Popular, se abstuvo en el pleno del Congreso que votaba el proyecto de Constitución, incluso llegando a votar en contra uno de sus diputados. De hecho, hoy en día vemos cómo el PP se manifiesta de la mano de su siamés de extrema derecha, compartiendo pancartas que dictan “la Constitución destruye la nación”. Curiosa forma de “defender España”, ¿verdad?

Las generaciones más jóvenes hemos nacido en un marco constitucional consolidado en el tiempo. No por ello debemos infravalorar o restar importancia a lo que ya tenemos. Nuestros mayores trabajaron para alcanzar nuestros derechos y nosotros continuamos para poder ampliarlos, es nuestra.

Nadie puede decirnos quiénes somos o a quiénes debemos amar. No existen buenos y malos españoles, ni mucho menos españoles de primera o de segunda. Tenemos el derecho a defender lo que pensamos y a luchar por lo que creemos. Hablemos en nuestras lenguas allá donde queramos. En definitiva, nadie nos puede impedir ser libres. Todo esto no es casualidad, se llama Constitución.

Nuestra Carta Magna es un texto vivo que refleja la realidad social española. Debemos reflexionar de forma conjunta, apelando a la evolución de nuestro país, para adaptar este texto a los nuevos tiempos. Y como tal, tenemos el deber moral de plantearnos reformas que no hagan más que ampliar derechos en términos de igualdad, convivencia y libertad, ejerciendo con altura de miras nuestro compromiso ciudadano.

En definitiva, la Constitución es el gran pilar del cual parte España como una democracia sólida, firme y garantista. La ciudadanía española, libre y plural, tiene mucho que celebrar no sólo el 6 de diciembre, sino todos los días del año. Sintámonos muy orgullosos de lo que construyeron en el pasado para vivir un buen presente y fortalecer un mejor futuro. Feliz 45º aniversario de la Constitución.

Articulo de opinión de Lázaro Ortega Pacheco.
Secretaría de Ideas, Programas y Dignidad Democrática

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