En un giro desolador de eventos entre finales de julio y principios de agosto, Reino Unido ha sido testigo de una escalada de violencia islamófoba y antiinmigración, desencadenada por un apuñalamiento múltiple contra niños en Southport, una ciudad del noroeste de Inglaterra. La situación ha llevado al gobierno a tomar medidas severas contra los manifestantes, con declaraciones contundentes de Keir Starmer, quien advirtió que quienes causaran disturbios «se arrepentirían».
Los disturbios comenzaron después de que circularan noticias falsas en redes sociales y Telegram, insinuando que el autor del apuñalamiento era un musulmán solicitante de asilo. Esta desinformación avivó la ira de varios grupos y organizaciones de extrema derecha. La verdad, sin embargo, resultó ser diferente. Se confirmó más tarde que el responsable del ataque era Axel Rudakubana, un adolescente británico de ascendencia cristiana ruandesa, nacido en Cardiff.
A medida que la violencia se expandía por el país, se produjeron ataques a una mezquita en Southport y otros actos violentos, incluido un ataque a un hotel que albergaba solicitantes de asilo. Se destapó que algunos de los participantes en los disturbios eran apenas niños, lo que ha llevado a una serie de arrestos sin precedentes.
Más de 1,000 personas han sido arrestadas, con más de la mitad enfrentándose a cargos criminales. Sorprendentemente, entre los detenidos se encuentran menores de edad, incluidos dos chicos de 12 años, ambos acusados de participar en actos violentos durante los disturbios. Uno de ellos fue captado por cámaras de seguridad atacando a la policía en Southport, mientras que el otro dañaba propiedades en Manchester y atacaba un hotel de solicitantes de asilo.
La situación ha cobrado un nuevo matiz con la condena de una joven de 13 años por desórdenes violentos en Aldershot, cerca de Londres. La adolescente fue vista dañando la propiedad de otro hotel que alojaba a solicitantes de asilo, un incidente que refleja la gravedad y la diversidad de edad de los implicados en los disturbios.
Este brote de violencia ha desencadenado una respuesta contundente del gobierno británico y ha profundizado el debate sobre la información falsa, el racismo y la política de inmigración en el país. Con las recientes declaraciones del líder de la oposición y las acciones legales emprendidas contra menores, el Reino Unido se encuentra en un momento crítico, buscando soluciones a una crisis multifacética que ha revelado profundas divisiones dentro de su sociedad.
