En 2011, mientras el conflicto libio se intensificaba bajo los bombardeos de la OTAN, Seif Al Islam Gadafi, hijo del entonces dictador Muammar Al Gadafi, sorprendió al declarar en una entrevista que el régimen libio había financiado la campaña electoral de Nicolas Sarkozy en 2007. Sus afirmaciones, que incluían detalles de la entrega de fondos a colaboradores de Sarkozy, se consideraron una maniobra de Trípoli para salir de su aislamiento en la comunidad internacional. Esta declaración, que en su momento fue recibida con escepticismo, se ha vuelto relevante a la luz de los recientes acontecimientos judiciales en Francia.
El Tribunal Correccional de París ha declarado a Sarkozy culpable de «asociación de malhechores» en relación con estos presuntos delitos, aunque lo absolvió de otros cargos más serios, como malversación de fondos públicos. La sentencia, que se conoce como un punto de inflexión en la carrera política del ex presidente, se basa en pruebas documentales y testimonios que mantienen que Sarkozy toleró la corrupción y el financiamiento ilegal de su campaña por parte del régimen de Gadafi. Se prevé que la pena a imponer podría alcanzar hasta diez años de cárcel, aunque aún falta por definirse la duración exacta.
Este caso es solo uno de varios escándalos que han marcado la trayectoria judicial de Sarkozy en los últimos años, ya que ha sido condenado en otras instancias por corrupción y tráfico de influencias. Si bien la justicia ha hablado, el ex presidente sigue eludiendo la prisión, y su futuro político parece cada vez más comprometido, reflejando el temblor de un líder que alguna vez gozó de un brillante ascenso en la política francesa.
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