El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha ordenado «ataques inmediatos» contra la Franja de Gaza tras acusar a Hamás de realizar una ofensiva contra las tropas israelíes en Rafah. Esta escalada de violencia se produce en un contexto de creciente tensión, coincidiendo con una reunión de emergencia del Gobierno. Hamás ha entregado restos de un rehén que, según Netanyahu, no corresponden a la identidad de la persona reportada, lo que añade más complejidad al delicado proceso de negociación.
Fuentes locales han informado sobre bombardeos aéreos y fuego de artillería desde tanques israelíes en Gaza, aunque aún no se han confirmado víctimas mortales. La situación es especialmente frágil: el alto el fuego, que había comenzado el 10 de octubre, ha sido violado en múltiples ocasiones, incluido un ataque reciente que dejó 24 muertos. En respuesta, el Gobierno israelí interrumpió la ayuda humanitaria a la Franja, aumentando la presión sobre una región ya devastada.
En una aparente contradicción, desde la Casa Blanca, el presidente Trump afirmó que el alto el fuego seguía vigente a pesar de los ataques. Mientras tanto, se intensifican las tensiones políticas internas en Israel, con la Knéset considerando una posible anexión de Cisjordania, un movimiento que Trump advirtió podría poner en riesgo el apoyo estadounidense a Israel. Esta compleja red de acciones y reacciones pone de manifiesto la inestabilidad que predomina en la región.
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