En una demostración de firmeza y desafío, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se presentó ante la Asamblea General de la ONU para declarar su posición respecto a los conflictos actuales que enfrenta Israel con Gaza y Líbano, y a la vez, extender una oferta de paz a Arabia Saudí. Netanyahu, conocido por su retórica intransigente, no solo rechazó la idea de un alto el fuego en los territorios conflictivos sino que también aprovechó el escenario global para reafirmar la posición de Israel contra Irán, identificándolo como el enemigo principal de la paz en Medio Oriente.
El líder israelí, que llevó a la ONU no solo su mensaje sino también a familiares de rehenes capturados por Hamás, utilizó la plataforma para denunciar las «mentiras y calumnias» proferidas contra Israel, subrayando la determinación de su país de no ceder ante lo que describió como amenazas y ataques injustificados. Esta firmeza se manifestó también en su advertencia a Teherán: Israel respondería con fuerza a cualquier ataque, destacando la capacidad de su nación de alcanzar cualquier punto de Irán.
En contraste con su postura beligerante hacia Irán y los grupos armados en Gaza y Líbano, Netanyahu pareció abrir una puerta hacia la reconciliación con el mundo árabe, específicamente con Arabia Saudí. En su opinión, un acuerdo de paz con el reino saudí no solo sería transformador para Israel sino que también podría marcar el comienzo de una nueva era de prosperidad, seguridad y cooperación en campos tan diversos como la economía, el turismo, la agricultura y la tecnología. Netanyahu se refirió a los «acuerdos de Abraham» como referente de esta potencial alianza, sugiriendo que Arabia Saudí podría sumarse a naciones como Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Baréin, Egipto y Jordania, todas ellas con acuerdos de paz con Israel.
Además de sus propuestas y advertencias, Netanyahu rechazó implícitamente la noción de un «problema palestino» distinto, una idea que encuentra resistencia no solo en la comunidad internacional sino también en líderes árabes como el rey Abdalá de Jordania. Este último, en su intervención en la Asamblea, rechazó categóricamente cualquier propuesta que busque trasladar la cuestión palestina fuera de las fronteras históricas y políticas de Palestina, subrayando el rechazo a cualquier desplazamiento forzoso de palestinos.
La intervención de Netanyahu en la ONU, enmarcada tanto por su rechazo a ceder en los conflictos con Gaza y Líbano como por su disposición aparente hacia el diálogo con Arabia Saudí, refleja la complejidad de la política de Medio Oriente: una mezcla de realpolitik, deseos de seguridad nacional y el eterno anhelo de paz en una región marcada por décadas de conflicto.