Desvelando Misterios: La Muerte de Jesús Merino y la Crisis Familiar
La teoría suicida de Jesús no ha convenido a nada y a nadie, y cada uno de los personajes reaccionará desde su propia disconformidad o incluso incredulidad. Begoña, por ejemplo, que conoce la fuerte personalidad de su hermano, no acepta su salida; «Él no era un hombre que se acababa», insiste. Damián, por su parte, se siente mudo, consumido por la culpa. Andrés y Marta, si bien más pragmáticos y racionales, también se interrogan: si Jesús realmente estaba desquiciado o sólo lo había empujado.
Digna Merino se pone en guardia y guarda silencio “elocuente”, lo que significa alimentar aún más la desconfianza y las sospechas. Mientras la familia intenta regresar a la normalidad, Joaquín y Luis le exponen la complicada situación de la fábrica, un negocio «casi quebrado». «La gestión de los Merino pasará a la historia como un auténtico fracaso», alerta Luis, sabedor de los deseos de su hermano por cerrar el negocio y de que está dispuesto a quemar a Los Merino por salvarse.
Pero, el mayor giro vendrá de Don Pedro, quien le interrogará a Górriz sobre su último encuentro con Jesús. El empleado, cada vez más incómodo, empezará a tener sospechas de que algo oscuro se esconde tras la muerte de Jesús. Don Pedro, frío y calculador, tomará la decisión de «atar cabos sueltos». ¿Estará dispuesto a eliminar a cualquiera que se ponga en su camino o resolverá la situación de otra manera?
En la sutil atmósfera de la infancia, Julia es la única que da voz a lo que los demás callan con tal de no poner en peligro su mundo; las preguntas de la niña pone a Damián ante la disyuntiva de protegerla o, por el contrario, confesarle una verdad que, en gran medida, no entiende él mismo; Begoña, que pasa por su lado en un gesto protector, le recuerda que su función ya no es otra que sostener a la niña (¿Cuánto tiempo le queda para sostenerla y a su vez ocultarle la realidad?).