En una serie de develaciones que han sacudido el panorama político y empresarial de Estados Unidos, Elon Musk, el visionario empresario detrás de compañías como SpaceX y Tesla, ha comunicado su decisión de abandonar su puesto como «empleado especial del Gobierno» bajo la administración de Donald Trump. Musk ha dirigido hasta ahora el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una posición clave asignada por el propio presidente Trump, dedicada a la optimización de los recursos gubernamentales y la reducción del gasto derrochador.
El anuncio, realizado a través de la red social X, antiguamente conocida como Twitter, llega en un momento crítico, apenas un día después de que Musk expresara públicamente su desacuerdo con el nuevo proyecto de ley de reforma fiscal propuesto por Trump, que a su juicio, lejos de abordar las necesidades fiscales del país, incrementa el déficit presupuestario. Esta situación puso en evidencia las crecientes diferencias entre la visión de Musk para el DOGE y la dirección que está tomando la política fiscal y económica del gobierno de Trump.
«A medida que mi tiempo programado como empleado especial del Gobierno llega a su fin, me gustaría agradecer al presidente, Donald Trump, por la oportunidad de reducir el gasto derrochador», declaró Musk, asegurando además que su labor en el DOGE «se fortalecerá con el tiempo a medida que se convierta en una forma de vida en todo el Gobierno». Fuentes cercanas a la administración confirmaron que la salida de Musk se efectuaría a partir de la noche del miércoles.
La gestión de Musk al frente del DOGE no ha estado exenta de controversias. Entre los episodios más sonados se encuentra el acceso no autorizado a datos nucleares secretos por parte de dos jóvenes trabajadores del departamento, un incidente que desató serias preocupaciones sobre la seguridad nacional y puso en duda la eficacia de las políticas de control y acceso a la información sensible dentro del Gobierno.
Pese a esto, y a una notable caída del 71% en los beneficios de Tesla anunciada en abril, lo que llevó a Musk a limitar su papel como asesor del Gobierno, su relación con Trump inició con gran sintonía. Sin embargo, las discrepancias en cuanto a la gestión fiscal y el aumento del gasto en áreas como la defensa y la política migratoria, han ido creando un distanciamiento entre ambos.
El proyecto de reforma fiscal, cuya aprobación por tan solo un voto de diferencia en la Cámara de Representantes ha generado polémica, aún debe ser ratificado por el Senado. Trump ha restado importancia a los reproches de Musk, aduciendo la necesidad de «conseguir mucho apoyo» para sus políticas, lo que demuestra una clara divergencia en las prioridades entre el empresario sudafricano y el mandatario estadounidense.
La partida de Musk del DOGE marca el fin de un breve pero turbulento capítulo en la intersección entre el mundo empresarial y político de EE.UU., dejando tras de sí interrogantes sobre el futuro de la eficiencia y la transparencia en la gestión del gasto gubernamental. Con su salida, se abre una nueva etapa de incertidumbre sobre cómo se abordarán estas cuestiones críticas en adelante, y qué impacto tendrá esto tanto en la administración Trump como en las propias iniciativas empresariales de Musk.