Miles de personas volvieron a acompañar a la Virgen de Alarcos en su romería en Ciudad Real

En una demostración de fe y tradición, la ciudad de Ciudad Real celebró su romería anual dedicada a la Virgen de Alarcos el pasado domingo, en una mañana acompañada de un clima idílico con sol, nubes y temperaturas agradables. Miles de devotos se volcaron a las calles para acompañar a su patrona, asegurándose de que la venerada imagen no estuviera sola en ningún momento.

La jornada comenzó con una eucaristía en la iglesia de San Pedro, tras la cual la Virgen fue transportada en andas por la Cofradía de la Flagelación. La imagen recorrió las calles de Ciudad Real hasta llegar a la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva, donde una reata de mulas especialmente llegadas desde Tomelloso se hizo cargo del traslado, marcando el inicio del camino hacia la ermita de la Virgen.

Encabezando la romería estuvo el alcalde de Ciudad Real, Francisco Cañizares, acompañado de la concejal de Festejos, Fátima de la Flor, otros miembros de la corporación municipal, la presidenta de la Federación de Peñas, y Frasi López, presidenta de la Hermandad de la Virgen de Alarcos. Según informes del Ayuntamiento, el alcalde Cañizares destacó la importancia regional del evento, celebrando la benevolencia climática que facilitó el ascenso al cerro de Alarcos.

Además, la ocasión sirvió para acoger las festivas actuaciones de los grupos participantes en el XXV Festival Nacional Folclórico Virgen de Alarcos. Artistas de Asturias, Extremadura, Villarrubia de los Ojos y el grupo anfitrión, Virgen Del Prado de Ciudad Real, ofrecieron danzas y cantos tradicionales en honor a la patrona de la pedanía de Valverde, frente a la iglesia de Santo Tomás de Villanueva.

Culminando con la emocionante subida en carrera por la última pendiente del cerro, los romeros de Valverde llevaron a hombros la figura sagrada hasta su ermita, donde le presentaron flores, danzas y cantos, así como vítores de fervor y adoración hacia la Virgen de Alarcos. La devoción y el entusiasmo de la comunidad fueron palpables en cada grito de «¡Viva la Virgen de Alarcos!».

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