Los apellidos pueden portar historias y tradiciones, y así es como el apellido Molina lleva consigo la pasión por el fútbol en Puertollano. Una verdadera dinastía vinculada estrechamente al deporte, los Molina han dejado una marca indeleble en el fútbol local, especialmente en el Calvo Sotelo Puertollano, un club emblemático de Castilla-La Mancha. Su huella no solo se encuentran en las memorias por los partidos jugados o campeonatos ganados, sino en el corazón de una comunidad que ha visto en ellos una fuente de orgullo y resistencia, reflejado en esa capacidad de resiliencia tan propia de la idiosincrasia de la ciudad minera.
La historia de los Molina no solo habla de logros deportivos, sino también de la transmisión generacional de la pasión por el fútbol. Desde Miguel «Chone» Molina, quien llegó a ser considerado el Di Stefano de Puertollano por su destreza en el campo, hasta la actualidad con Patri Molina, promesa del fútbol femenino jugando en el Granada CF y a punto de debutar en Primera División. Esta saga familiar ha sabido dejar su sello en cada generación, demostrando que más allá de los triunfos y derrotas, lo que perdura es el amor por el juego y la entrega al club de sus amores.
Detrás de los reflectores y el clamor de las gradas, también hay una historia de sacrificio y apoyo incondicional. Mari Carmen, patriarca de la familia, ha sido un pilar fundamental, permitiendo que sus hijos y su esposo persiguieran sus sueños dentro del fútbol. Es esta red de soporte, esfuerzo colectivo y pasión compartida lo que define al fútbol como algo más que un simple juego. Se convierte en la historia de una ciudad, de una familia y de una afición que, a través de nombres como los Molina, ha logrado inscribirse en las páginas doradas del deporte local, mostrando que, en definitiva, el fútbol es también herencia, identidad y comunidad.