El Ministerio de Cultura ha tomado la decisión de no proseguir con la convocatoria del Premio Nacional de Tauromaquia, marcando el final de una era de reconocimientos en este campo y comenzando el proceso de su eliminación definitiva de los premios nacionales. A cargo de Ernest Urtasun, de Sumar, esta medida se enmarca dentro de los esfuerzos por adaptarse a las sensibilidades contemporáneas hacia el bienestar animal y responder al declive en el interés público por la tauromaquia, cuya asistencia ha caído significativamente, con solo el 1,9% de la población asistiendo a espectáculos taurinos en el último año.
La decisión ha generado diversas reacciones, enfrentando especialmente a los sectores que defienden la tauromaquia como una tradición cultural. No obstante, el movimiento es defendido por las autoridades como un reflejo de la tendencia social hacia la protección animal y el rechazo a prácticas consideradas crueles. Además, se destaca la decisión del ministerio de no otorgar este año la Medalla de las Bellas Artes a figuras vinculadas con la tauromaquia, subrayando el cambio hacia el apoyo a otras formas de expresión artística y cultural que luchan por reconocimiento.
La eliminación del Premio Nacional de Tauromaquia se ve no solo como una medida local, sino como parte de un debate global sobre la relevancia y ética de ciertas tradiciones bajo los valores sociales contemporáneos. Simboliza un significativo cambio en la política cultural del gobierno español, alineándose con un movimiento más amplio hacia la protección de los derechos de los animales y el cuestionamiento de prácticas que vulneran estos derechos, reflejando así la evolución de la sociedad en términos de ética y valores.
