Es difícil calcular cuántos, seguramente varios millares, pero es mucho más fácil definir cómo. Los solaneros se echaron a la calle para animar a La Roja y celebraron por todo lo alto el triunfo final ante Inglaterra (2-1) en la final de la Eurocopa-2024. Como ya sucedió hace catorce años y aquel icónico gol de Iniesta en Johannesburgo, la historia se repitió la noche de este domingo con el ya histórico gol de Mikel Oyarzábal. Esta vez en Berlín. No era un Mundial, pero esta Eurocopa tiene sabor planetario para los millones de aficionados que, dentro y fuera de nuestro país, se han enamorado de la Selección de Luis de la Fuente.
Una vez más, el parque municipal se convirtió en el enclave elegido para celebrarlo. Y también para verlo. El 11 de julio de 2010, la final de Sudáfrica se vio en una pantalla gigante en la Plaza Mayor, pero esta vez el Ayuntamiento eligió el propio parque para centralizar allí todo el tinglado. El partido fue sufrido y se sufrió, pero el final fue apoteósico. Las banderas españolas flameaban al viento y gente de toda edad cantaban enfundados en camisetas de la Selección, muchos de ellos con la cara pintada de rojo y gualda. La comunión fue total, demostrando hasta qué punto el deporte, y sobre todo el fútbol, es capaz de levantar el ánimo a nivel global y de generar tal atmósfera de entusiasmo.
La fan zone estuvo amenizada por un disc jockey, que llevó en volandas a los aficionados en el antes, el durante y, sobre todo, el después, cuando el árbitro pitó el final. La euforia se desató por completo. Eso sí, a las doce en punto de la noche paró la música y el lugar se fue despejando poco a poco. Muchos coches todavía recorrían las calles a esas horas, haciendo tocar sus cláxones y agitando banderas.
Así fue como terminó un día mágico para el deporte español. Uno más. Carlos Alcaraz invitó a un magistral aperitivo desde Londres con su victoria en Wimbledon. La Selección sirvió el menú principal para completar el banquete. Simplemente maravilloso.
