Darío Martín es un entrenador comprometido con su equipo, el Formac Villarrubia, pero su continuidad está en el aire ante la inminente asamblea ordinaria y la posible renovación de la junta directiva. La lealtad de Martín hacia el actual presidente, José Luis Urda, es la clave de su decisión futura, ya que asegura que su permanencia en el equipo está condicionada exclusivamente a la reelección de Urda. Describe la relación entre ambos como basada en la confianza y la palabra dada, lo que implica que su futuro en el club depende enteramente de los movimientos políticos internos.
La situación se complica con la noticia de que la junta directiva actual está por finalizar su ciclo y convocar elecciones, dejando en incertidumbre la candidatura de Urda. Esta circunstancia coloca a Darío en una posición delicada, dividiendo su deseo de continuar con el proyecto que comenzó por la llamada de Urda con la realidad de que todo puede cambiar dependiendo de los resultados de las próximas elecciones. Tal incertidumbre destaca la importancia de la consistencia y la continuidad en la dirección para el entrenador, quien valora la estabilidad como un pilar fundamental para el éxito del equipo.
Finalmente, Darío expresa su visión para el futuro del equipo, señalando la importancia de mantener una base sólida y atractiva para nuevos talentos, siempre y cuando se mantenga la actual administración. A pesar de los desafíos y la incertidumbre, su pasión por el fútbol sigue intacta, continuando con la observación de partidos y manteniendo abiertas sus opciones profesionales. La decisión de Urda se convierte así en un punto crucial no solo para la carrera de Martín sino también para la dirección futura del Formac Villarrubia.
