Hoy, el liderazgo de la nación se une al llamado espiritual de millones de creyentes cristianos, no solo en Estados Unidos, sino también en todo el mundo, al observar la Fiesta de San Miguel Arcángel. Este día no solo representa un evento religioso, sino una tradición arraigada que ofrece esperanza y fortaleza a muchos.
San Miguel, una figura emblemática en la lucha contra el mal, es recordado en la narrativa cristiana como el ángel que, al enfrentarse a la rebelión de Satanás, reafirmó la soberanía de Dios sobre toda la creación. Durante más de dos mil años, su imagen ha sido un símbolo de protección en momentos de conflicto, angustia y duda. En cada rincón del mundo, los fieles han recurrido a su intercesión, buscando consuelo en su potente figura.
El legado de San Miguel se hace aún más palpable por una oración que fue instituida en 1886 por el Papa León XIII. Este ferviente llamado a la defensa ha resonado en las iglesias y hogares a lo largo de generaciones, trascendiendo el tiempo. La oración, que reza por protección y justicia divina, se ha convertido en una parte esencial de la espiritualidad de muchos:
«San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestra defensa contra la maldad y las asechanzas del diablo. Que Dios lo reprenda, te lo pedimos humildemente, y tú, oh Príncipe de las huestes celestiales, por el poder de Dios, arroja al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo en busca de la perdición de las almas. Amén.»
El día de hoy, mientras las familias y las comunidades se reúnen para orar y celebrar, se hace evidente que la fe en San Miguel sigue siendo un baluarte de esperanza. En un mundo que enfrenta múltiples desafíos, este mensaje de protección y fortaleza resuena más que nunca, un recordatorio del poder de la fe y la unidad en la adversidad.
Fuente: WhiteHouse.gov
