Mensaje Presidencial en la Fiesta de la Inmaculada Concepción

El 8 de diciembre marca un día de profundo significado para muchos estadounidenses que celebran la festividad de la Inmaculada Concepción, una jornada dedicada a honrar la fe, la humildad y el amor de María, madre de Jesús y figura destacada en la Biblia. En esta ocasión, se recuerda la creencia católica en que María fue concebida sin pecado original, lo que la convierte en la madre de Dios.

La historia de María comienza en la pequeña aldea de Nazaret, donde recibió la noticia de un milagro de parte del Arcángel Gabriel. Este encuentro trascendental marcó el inicio de una de las decisiones más valientes de la historia: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra”, palabras que resuenan con la fuerza de una aceptación inquebrantable del plan divino. Nueve meses después, María se convertiría en la madre de Jesús, quien entregaría su vida en la cruz por la redención de la humanidad.

Durante casi 250 años, la figura de María ha estado entrelazada con la historia de Estados Unidos. En 1792, poco después de la Revolución Americana, el obispo John Carroll, primer obispo católico del país, dedicó la nación a la madre de Cristo. Esta veneración continuó a lo largo de los años, y se dice que la victoria del General Andrew Jackson en la Batalla de Nueva Orleans fue atribuida a su intercesión; cada 8 de enero, los católicos de Nueva Orleans celebran una Misa de Acción de Gracias en su honor.

A lo largo de la historia estadounidense, figuras como Elizabeth Ann Seton, Frances Xavier Cabrini y Fulton Sheen, han mostrado una profunda devoción a María. La Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington D.C., el mayor templo católico en Norteamérica, se alza en su honor, mientras que el himno “Ave María” resuena con la reverencia de millones. La influencia de María en la sociedad es palpable: innumerables iglesias, hospitales y universidades llevan su nombre.

Con la llegada del 12 de diciembre, católicos de Estados Unidos y México celebran la devoción a María que se remonta a 1531, cuando la Virgen se apareció en el Tepeyac, dando lugar a la hermosa Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. En un momento en que el país se aproxima a un festejo de 250 años de independencia, es importante agradecer a María por su papel en la promoción de la paz, la esperanza y el amor, que trascienden fronteras.

La historia de María nos recuerda también momentos difíciles; más de un siglo atrás, en medio de la Primera Guerra Mundial, el Papa Benedicto XV dedicó una majestuosa estatua de María, Reina de la Paz. Justo meses después, el conflicto cesó. En este contexto, la figura de María emerge como un símbolo de esperanza y reconciliación en tiempos turbulentos, instando a una búsqueda incesante de paz y prosperidad en todo el mundo.

En este día tan especial, es justo recordar las palabras sagradas que han brindado consuelo a generaciones de creyentes: “Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo…” Este rezo acompaña a quienes encuentran en la figura de María un refugio y un faro en momentos de necesidad. En la celebración de la Inmaculada Concepción, se renueva el llamado a vivir con fe y amor en el corazón.

Fuente: WhiteHouse.gov

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