En una noche cargada de emoción y nostalgia, Melody regresó al plató de «Tu cara me suena» una década después de su participación, lo que hizo vibrar a los asistentes y televidentes. Este reencuentro tuvo lugar durante la gran final del popular talent show de Antena 3 el pasado 11 de julio, en un momento cargado de simbolismo, ya que su presencia coincidió con la actuación de Ana Guerra, quien se enfrentaba a la última prueba del concurso con «Esa diva», la canción que llevó a Eurovisión en 2025.
El camino de Melody en el programa no fue fácil. En su edición, luchó codo a codo con Edurne por la victoria, una batalla que la convirtió en una de las figuras más memorables de la tercera temporada. Aunque no se alzó con el triunfo en aquel entonces, su huella se siente aún en el show, y su regreso fue recibido con calidez por el presentador, Manel Fuentes, quien no dudó en calificarlo como un «regreso a casa».
La cantante, con una sonrisa que irradiaba felicidad, confesó que, aunque no ganó Eurovisión, lo realmente importante para ella ha sido ganarse el cariño del público. Con lágrimas en los ojos, dijo que siempre había querido ser imitada en el programa, un sueño que finalmente se hacía realidad esa noche. Esta vez, la ilusión traspasaba la pantalla, conectando a generaciones de fans que habían seguido su carrera.
A lo largo de la historia del programa, Melody solo fue imitada en dos ocasiones, y nunca antes había tenido la oportunidad de ver una de sus canciones adultas representadas. Ana Guerra, en un impresionante despliegue vocal y una coreografía exigente, se adueñó del escenario, llevando a todos a un viaje al pasado mientras ambos artistas unían sus voces en el estribillo de «Esa diva», un momento que capturó la esencia del show: la música como puente emocional.
El acto no solo celebró la trayectoria de Melody, sino que también fue un homenaje a la dedicación y esfuerzo que conlleva el mundo del espectáculo. Ana Guerra, consciente de la dificultad de la actuación, agradeció la presencia y apoyo de su mentora, creando un ambiente de camaradería palpable.
Así, en una noche que prometía ser un hito, Melody no solo reafirmó su lugar en el escenario, sino que también dejó una lección sobre el poder de la música para unir, emocionar y recordar que, más allá de los premios, lo más valioso es el amor del público y la pasión compartida.
