Este sábado, miles de estadounidenses se han manifestado en más de 2,500 ciudades, desde Nueva York hasta Miami, bajo el lema «No Kings», una protesta que busca visibilizar el autoritarismo percibido en la administración del presidente Donald Trump. La movilización, que se presenta como la más grande desde su regreso al poder en enero, aborda temas como las redadas migratorias, los recortes en sanidad y la militarización de las ciudades. En un ambiente de creciente tensión política, las concentraciones principales tienen lugar en lugares emblemáticos como Times Square y el Capitolio, donde los manifestantes expresan su deseo de una democracia más participativa.
Los organizadores, que representan a unas 200 organizaciones, han subrayado la naturaleza pacífica del evento, instando a los asistentes a evitar cualquier tipo de violencia. Sin embargo, algunos líderes republicanos han alertado sobre posibles disturbios, llevando al gobernador de Texas a desplegar a la Guardia Nacional en Austin. Mientras tanto, Trump se encuentra en su mansión de Mar-a-Lago, afirmando que no actúa como un rey, en contraposición a las quejas de sus opositores, quienes acusan al mandatario de socavar la Primera Enmienda garantizando la libertad de expresión.
El contexto de esta movilización se ve agravado por decisiones controvertidas del presidente, como el despliegue militar en ciudades con gobiernos demócratas y cambios en los distritos electorales que podrían favorecer a los republicanos en las próximas elecciones. Los manifestantes, con banderas estadounidenses y atuendos amarillos reminiscentes de otras protestas pacíficas, buscan recordar que la nación fue fundada sobre la oposición a cualquier forma de monarquía, defendiendo así el espíritu democrático que les une.
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