El ictus es la segunda causa de muerte en España y la primera en las mujeres. Constituye también la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto, de forma que en la actualidad casi 350.000 españoles presentan alguna limitación funcional. Unas 120.000 personas sufren un ictus en España cada año, lo que se traduce en Castilla-La Mancha en que más de 5000 pacientes lo presenten anualmente, y en muchos casos debido a embolias originadas en el corazón. Aunque están mejorando bastante las estrategias de tratamiento precoz del ictus, lo cierto es que lo fundamental es su prevención.

La fibrilación auricular es la alteración más frecuente del ritmo cardiaco. En un estudio realizado en España hace unos años, en el que participaron médicos de Castilla-La Mancha, se observó que la fibrilación auricular aparece en el 4,4% de la población mayor de 40 años de edad, una frecuencia que aumenta con la edad y llega a estar presente en el 18% de los mayores de 80 años. Se estima que más de un millón de españoles la padecen y que en Castilla-La Mancha la sufren cerca de 75.000 personas, que en muchos casos no están diagnosticados. El mayor impacto de esta arritmia se debe a que es una frecuente causa de ictus, una patología de graves e invalidantes consecuencias. Puesto que la anticoagulación puede prevenir el ictus en los pacientes con fibrilación auricular, la detección precoz de esta arritmia es una gran prioridad en la cardiología para prevenir el ictus.

La medicina avanza gracias a un mayor conocimiento de las enfermedades y de sus tratamientos y, de forma muy notable, por el avance de la tecnología. Cada vez es mayor la posibilidad que tienen los pacientes de conectarse a través de Internet con su médico, lo que facilita un seguimiento más estrecho y un mejor pronóstico de numerosas patologías. En un reciente congreso internacional de cardiología se han presentado los datos de un estudio realizado con un reloj digital conectado con el teléfono móvil, el Apple Heart Study, en el que este sistema ha demostrado ser capaz de detectar eficientemente la fibrilación auricular en una amplia población —casi medio millón de personas—, que portaban dicho reloj.

Este dispositivo es capaz de vigilar el pulso arterial de los individuos y detectar posibles irregularidades del mismo, lo que hace sospechar la presencia de esta arritmia. El registro de un electrocardiograma con el teléfono móvil permite confirmar la arritmia y, cuando es necesario, indicar el tratamiento adecuado. Obviamente, este tratamiento precoz de pacientes no diagnosticados previamente va a poder prevenir el desarrollo de ictus en las personas de riesgo.

Este es un buen ejemplo de cómo la tecnología que nos rodea y que es utilizada cotidianamente por una amplia capa de la población, puede permitir la detección precoz de trastornos de la salud que tienen un importante impacto sanitario. Este es un largo camino que se ha iniciado en el mundo de la cardiología con seriedad con este estudio recientemente presentado y que, estoy seguro, se continuará con muchos otros que acercarán la prevención y la medicina a un gran número de individuos de todos los estratos sociales. De esta forma, y aunque debe evitarse el riesgo de medicalizar a una sociedad “sana”, la tecnología permitirá mejorar la salud de una forma más global.

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