El cómico y marionetista castellanomanchego Mario Ezno ha recorrido 57 países junto a su inseparable títere, Manolo Bolaño. Su espectáculo, que mezcla improvisación y comedia, ha revolucionado tanto las calles como las salas de teatro, logrando desatar las risas entre el público y poner en valor el trabajo de los artistas callejeros.
Con más de 50 shows programados para esta temporada, Ezno ha manifestado su deseo de que se reconozca el talento local en su tierra natal, Castilla-La Mancha, ya que siempre lleva consigo el orgullo de ser de Cuenca. A través de uno de sus vídeos, que se ha vuelto viral en el Día de la Región, busca «abrir la conciencia» sobre el valor de los artistas locales y expresar de manera auténtica lo que representa la región.
Ezno ha resaltado la situación actual de escasas contrataciones en su comunidad: “Este año tengo cincuenta y pico funciones y pocas son en Castilla-La Mancha. Me he dado cuenta de que hay una demanda social que no se está aprovechando en mi propia tierra». Su objetivo es hacer que el arte callejero sea valorado y apreciado localmente.
El artista, que emprendió hace una década un «viaje sin brújula», ha tenido un camino lleno de desafíos. Después de un accidente en Australia que lo obligó a regresar a España, decidió crear un personaje que lo acompañara en sus andanzas. Así nació Manolo Bolaño, que se ha convertido en una parte esencial de su trayectoria artística. Ezno describe a su títere como «una extensión más de su cuerpo», dotándolo de un carácter que refleja lo «español, castizo y canalla».
Desde sus inicios en Nepal hasta su regreso a España, la evolución de Bolaño ha sido constante. En su espectáculo, Ezno busca proporcionar un clima cálido para que el público se divierta y se olvide de sus preocupaciones. «No hay nadie haciendo improvisación con títere de hilo», menciona el artista, quien intenta conectar con su audiencia a través de historias cotidianas.
Ezno reconoce que el público infantil representa el mayor desafío, ya que los niños traen consigo una genuina imaginación que demanda un respeto absoluto. En cuanto a la comparación entre actuar en la calle y en teatros, el marionetista prefiere la atmósfera relajada del espacio público, aunque también reconoce la potencia y el crecimiento del espectáculo en entornos más formales.
Las redes sociales han tenido un impacto en su carrera, permitiéndole exhibir su trabajo y alcanzar nuevos públicos. Sin embargo, el artista siente la carga de ser percibido como un trabajador no valorado por la sociedad, lo que afecta su labor psicológica y económicamente. Mientras que en otros países su trabajo es reconocido y premiado, en España, la situación es otra.
Ezno, quien sueña con ver un cambio generacional en la percepción del arte de los titiriteros, considera que sus vídeos en redes sociales son una herramienta para dar a conocer su carrera y crear una especie de escuela. Recordando momentos significativos, señala que el reconocimiento más valioso que ha recibido fue el día en que su abuelo lo vio actuar en televisión y le felicitó por su trabajo.
Como representante de un arte en el que los muñecos cobran vida, Ezno resalta la importancia de Castilla-La Mancha y Cuenca en su trayectoria, incluso mencionando a Doña Rogelia y lo que significaría para él que Manolo Bolaño pudiera encontrarla. “Sería magia”, concluye el titiritero.