Guadalajara vuelve a convertirse este fin de semana en la ciudad por excelencia de la narración oral con el desembarco de una nueva edición de su ya tradicional Maratón de Cuentos, donde este año la música conforma un perfecto maridaje con la palabra.
Tal y como marca la tradición, la alcaldesa de Guadalajara, Ana Guarinos, ha sido la encargada de dar el pistoletazo de salida al principal evento cultural de la ciudad, contando el primer cuento de un maratón que arrancaba a las 17.00 horas y que llevaba por título ‘Shira y el violín encantado’, una adaptación del relato original de Eva María Rodríguez en el que Shira, una excelente violinista, sufre un accidente de tráfico que la separa temporalmente de la música, pero finalmente vuelve a tocar. La moraleja es que cada uno puede hacer lo que se proponga pese a tener distintas capacidades.
Y para conmemorar el Día de la Lengua de Signos, la alcaldesa quiso tener su propio guiño a esta efeméride iniciando y terminando el cuento con el uso de esta lengua en un Palacio de los Leones en el que los niños son sin duda los principales protagonistas de estas primeras horas en las que hay una gran participación de colegios y asociaciones.
Se trata de la Fiesta de la Palabra por excelencia, el Maratón de los Cuentos de Guadalajara, que durante tres días consecutivos y de forma ininterrumpida llena la ciudad de cultura, colorido y este año especialmente de música por doquier para celebrar la XXXIII edición de un evento cultural único, en el que, durante 46 horas, narradores profesionales y amateurs, asociaciones, colegios, políticos, familiales, grandes y niños, toman el micrófono para contar historias, y en otros casos, deciden escucharlas.
Un Maratón que organiza el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil (SLIJ) de Guadalajara y que comprende numerosas actividades que van desde actuaciones de grupos musicales en diferentes espacios de la ciudad, pasando por el asentado Festival de la Narración Oral, conferencias, conciertos íntimos y exclusivos que tendrán como escenario escaparates de diferentes comercios de la ciudad, títeres, pasacalles y los guardianes del alba.
Todo ello condimentado con miniconciertos de entre cinco y 10 minutos y un sinfín de actividades, en una ciudad que decora sus céntricas calles de vinilos colocados en los escaparates de muchos comercios para dejar clara muestra de lo que para los guadalareños representa este evento, reconocido también en el Guinness de los Récords.
