Manuela ha conseguido lo imposible en Sueños de Libertad: dejar sin palabras a Gaspar, que siempre es elocuente. Su historia de altibajos vuelve a dar un giro de 180 grados, porque ella toma una decisión que lo deja petrificado. ¿La definitiva que los une o la incoación de una ruptura que los separará para siempre? En la historia de Marta y Pelayo la cuestión no es diferente.
Cada intento de un acercamiento termina en distanciamiento, y, cuando él le ofrece de ir de viaje a Valencia, ella otra vez elige a Fina. La pregunta que pende en el aire es fácil, ¿cuánto tiempo más podrán ignorarse dándose cuenta de que empiezan a ir en direcciones opuestas? Por su parte, Digna está en una lucha callada por mantener el cariño de Teo.
Sus esfuerzos parecen ir siempre corroborando la pared y la indiferencia del niño aboca a la mujer hacia la frustración. ¿Acaso su pasado Digna con Damián pesaba demasiado para que la admitiera? Joaquín, ya que ve la situación, decide ocupar la vía de hablar con Don Agustín.
Es este quien le hace saber que ha recibido una noticia muy impactante: se han podido cancelar los trámites de adopción. El dinero ya entregado vuelve a ser otro problema y el dinero como un nuevo problema, porque en este pueblo incluso las buenas intenciones tienen un precio.
María y Raúl son la viva representación de la pasión sin compromiso, aunque sus diferencias se hacen cada vez más patentes. Mientras él entrega su amor en palabras de amor eterno, ella es un mero juego. ¿Hasta dónde está Raúl dispuesto a tolerar ser tan solo un divertimento en la vida de María?
Su relación, a punto de explotar, de tan desdibujados como sus personajes, puede estallar en cualquier momento, sobre todo si Pedro puede convencer a María de vender las acciones de Julia. Un juego donde el corazón y la ambición se funden, donde alguien saldrá herido.
